El apóstol Pablo dijo, “[El Señor] el cual nos consuela en todas
nuestras tribulaciones, para que podamos también nosotros consolar a los que
están en cualquier tribulación, por medio de la consolación con que nosotros
somos consolados por Dios.” (2 Corintios1:4).
Hoy en día, uno de los
ministerios más necesitados en la iglesia de Jesucristo es el de consolación -dar
consuelo a aquéllos que están enfrentando problemas y aflicción-. Muchos
creyentes en su dolor simplemente no saben a dónde ir.
Cuando yo estoy
padeciendo dolor, cuando me encuentro sufriendo profundamente, no quiero leer
un libro que me diga los diez pasos a seguir para obtener la victoria o no
deseo acudir a un gran evangelista para que me auxilie. Nada de lo anterior me
ofrece una respuesta - ¡porque ninguno alcanzará la raíz de mi sufrimiento! ¡No!-
Yo quiero hablar con un santo común y corriente que ha padecido abundantemente
y que ha sobrepasado todo alabando a Dios, que ha sido consolado y que cuenta
con plena fe!
Es la gente bajo
sufrimiento aquella que recibe consolación y confort de parte del Señor. Ellos conocen la compasión de Jesús porque
Su voz habla palabras de consuelo en sus tiempos de oscuridad. Estas
personas con dolor se convierten en ricos recursos espirituales. Ellos
desarrollan una confianza que nace al haber resistido tribulaciones y pruebas.
¡Lo mejor de todo, Dios les da influencia que de otra forma no podrían haber
obtenido!
Yo pienso en Corrie Ten
Boom y de la maravillosa experiencia que fue para las miles de personas que se
sentaron y la escucharon hablar sobre Jesús. Muchos pastores y líderes de todos
los Estados Unidos fueron confortados y exhortados por esta mujer desconocida
-pues todo su sufrimiento produjo un rico conocimiento acerca del Señor-. ¡Ella
obtuvo de parte del Espíritu Santo consuelo y confort en abundancia -y ella lo
utilizó para contar con influencia al hablar de Jesús-!
Pablo fue capaz de
regocijarse ante todas las tribulaciones porque él sabía que sus sufrimientos
eran para el beneficio de otros. Él vio sus pruebas como una manera de
entrenamiento. Él podía decir, “¡Dios tiene un propósito en esto porque me está
preparando! ¡Habrá personas que necesitarán el confort y el consuelo que yo he
recibido durante mi sufrimiento!”
No nos sorprende por
qué Pablo se refirió a su Padre celestial como, “Padre de misericordias y Dios
de toda consolación” (2 Corintios 1:3).
DAVID WILKERSON
- (DEVOCIONAL DIARIO “ORACIONES”)


