"Cuando ores, entra en tu cuarto, cierra la puerta" Mateo 6:6
¿Alguna vez has
intentado conversar con un niño de 2 años? Cuando vas a mitad de frase, decide
que es un buen momento para jugar con sus juguetes o perseguir al perro por la
casa. A veces tratamos así a Dios. Le damos unos minutos apresurados y nos
acordamos un poco de Él aquí y allá pero no le dedicamos tiempo ni buscamos un
lugar para prestarle plena atención. Nos olvidamos de que el lugar de la
oración es también el lugar de la respuesta a la oración. Nuestro problema es
"la guerra de los pensamientos y las divagaciones". Cosas olvidadas
de repente "desfilan" por la mente requiriendo nuestra atención. Como
dijo Santiago, si somos "de doble ánimo", no recibiremos respuestas a
nuestras oraciones (Santiago 1:8).
¿Qué podemos hacer?
1) Ora en voz alta. Así, le cuesta más a tu mente
divagar. Quizá te sientas incómodo al principio, pero enseguida te
acostumbrarás.
2) Anota los pensamientos que te distraen. Cuando te vayan
llegando otras ideas a la mente, escríbelas y olvídate hasta más tarde. Y si no
consigues dejar de pensar en algo, preséntaselo a Dios en oración.
3) Ten un diario. A veces no sabemos qué queremos o
cómo nos sentimos respecto a algo hasta que lo ponemos por escrito. Entonces,
como si fuera un espejo, ves tus necesidades y tus ansias más profundas delante
de ti, y de Dios. Háblale de tus anhelos y deja que Él los purifique.
Menciónale tus tentaciones y deja que Él te fortalezca. Cuéntale tus rencores y
deja que Él te perdone y te ayude a perdonar a otros. No hay mayor privilegio
que la oración, así que no la descuides.
BOB Y DEBBIE GASS - (Devocional "LA PALABRA PARA
HOY")


