“Nuestro querido hermano Tíquico, fiel servidor y
colaborador en el Señor, les contará con detalle cómo me va.” Colosenses 4:7
Conozco a algunos
santos de Dios que viven muy cerca de él y son evidentemente un árbol de vida
porque su misma sombra consuela y refresca a muchas almas cansadas. He sabido
que los jóvenes, los probados y los abatidos, van a ellos, se sientan bajo su
sombra y cuentan la historia de sus problemas y después sienten una rica
bendición al recibir su simpatía cuando se les habla de la fidelidad del Señor
y se les ha guiado en el camino de la sabiduría. Hay unos pocos hombres buenos
en este mundo a quienes conocer es hacerse rico. Su carácter es un árbol vivo y
verdadero, no es un simple poste de la madera muerta de la doctrina que lleva
una inscripción y que se está pudriendo, sino que es vital, organizado, produce
fruto, una planta que el Señor ha plantado con su mano derecha.
Algunos santos no solo
dan consuelo a otros sino que además les entregan alimento espiritual. Los cristianos bien preparados se
convierten en padres y madres de lactancia, fortalecen a los débiles y vendan
las heridas de los desconsolados. Así también las obras fuertes, valientes
y generosas de los cristianos generosos son un gran servicio para sus
compañeros cristianos y tienden a elevarlos a un nivel superior. Uno se siente
refrescado al ver cómo actúan, su paciencia en el sufrimiento y su valor en el
peligro, su santa fe en Dios, sus rostros felices durante la prueba, todas estas
cosas te dan ánimo en tus propios conflictos. El ejemplo del creyente
santificado actúa de mil maneras para sanar y consolar a sus hermanos y ayuda a
elevarlos por encima de la ansiedad y la incredulidad.
(A través de la Biblia
en un año: Oseas 1-4)
CHARLES SPURGEON - (Devocional “A los Pies del Maestro”)


