“Provocaban al Santo de Israel” Salmos 78:41
El verbo “provocar”
aquí, viene de dos raíces, que significan: “entristecer a Dios, trazando un
dibujo”. En resumen, provocar a Dios significa dibujar una línea, o hacer un
círculo, una declaración: “Dios está acá adentro, y no puede ir más allá”. Esto
describe la manera de pensar de muchos creyentes. Hemos trazado en nuestras
mentes un dibujo muy pequeño, o un concepto, sobre la grandeza de Cristo.
Eso es justamente lo
que hizo la iglesia en Jerusalén. Limitaron a Cristo a un pequeño círculo,
confinándolo a la población judía. Pero Jesús no puede ser confinado. Él está
constantemente rompiendo los límites de nuestros pequeños y limitantes círculos
y siempre se extiende hasta el extremo.
Déjeme darle un
ejemplo. Hace casi 40 años, los pentecostales creían tener el bautismo del
Espíritu Santo confinado a su movimiento. Muchos pentecostales pensaron:
“¡Somos la iglesia de Dios llena del Espíritu Santo!” Los predicadores
pentecostales lamentaban la muerte de las principales denominaciones. “Ellos no
tienen el evangelio completo, como nosotros”, declaraban.
De pronto, el Espíritu
de Dios estalló más allá de los círculos que todos habían dibujado. El Espíritu
Santo cayó sobre creyentes en todas las denominaciones. Un libro clásico fue
escrito, sobre este mover del Espíritu, llamado Hablaron En Otras Lenguas por
John L. Sherrill.
El Señor también usó mi
libro, La Cruz y el Puñal, especialmente en los círculos católicos. Sin embargo, como Pedro y la iglesia
primitiva, tuve que permitir a Dios obrar en mi corazón antes de poder aceptar
lo que estaba sucediendo. Yo había sido criado como pentecostal, y por
primera vez en mi vida, veía sacerdotes llorando con convicción de pecado,
clamando a Jesús.
Pronto se presentaron
predicadores evangélicos para contender conmigo, exigiéndome: “¿Qué acerca de
la doctrina de María de esos católicos? ¿Cómo puedes ministrar a gente que cree
en eso?” Me encontraba respondiendo igual que Pedro: “No sé nada de la doctrina
de María. Todo lo que sé es que hay gente que tiene hambre en la Iglesia
Católica. Y hay verdaderos adoradores de Jesús entre los sacerdotes. Dios está
llenando a esta gente con su Espíritu”.
Dios tiene a su pueblo
en todo lugar, y no debemos llamar a ninguno de ellos común o inmundo. Debemos
tener cuidado de no representar a Jesús como si fuera pequeño y de no
encajonarlo con nuestro endeble pensamiento.
DAVID WILKERSON
- (DEVOCIONAL DIARIO “ORACIONES”)


