“¿No fue declarado justo nuestro padre Abraham por lo que
hizo cuando ofreció sobre el altar a su hijo Isaac? Ya lo ves: Su fe y sus
obras actuaban conjuntamente, y su fe llegó a la perfección por las obras que
hizo.” Santiago 2:21-22
Confía en el Señor tu
Dios. Cree también en Jesús, su Hijo. Despójate de la fe falsa y cree
realmente. Despójate de la fe profesional y confía en el Señor en todo tiempo
para todas las cosas. «¿Qué, confiar en él en cuanto a libras, chelines y
peniques?» Sin duda alguna. Yo le temo a la fe que no puede confiar en Dios en
cuanto al pan y la ropa, es una fe que miente. Ten por seguro que esa no es la
fe sólida y práctica de Abraham, quien confiaba en Dios para su tienda, su
ganado, su esposa y su hijo.
La fe que hizo que David confiara en Dios en cuanto a los
hijos, las hijas y el botín, es el tipo de fe que tú y yo debemos tener. Si no se puede
confiar en Dios para panes y peces, ¿cómo confiar en él para las cosas de la
eternidad y las glorias que todavía no se han revelado? Permanece en Dios con
una fe cotidiana. La fe en Dios es el ejercicio del sentido común santificado.
La razón más pura aprueba la confianza en Dios. El final declarará la sabiduría
de creer en Dios. Al final, cuando nosotros junto con todos los creyentes
elevemos el gran aleluya al Señor, Dios de Israel que reina sobre todas las
cosas por su pueblo, todos sabrán que la fe es honorable y la incredulidad
despreciable.
(A través de la Biblia
en un año: Daniel 4-6)
CHARLES SPURGEON - (Devocional “A los Pies del Maestro”)


