Muchos cristianos no lo
admiten, pero en el fondo creen que la gracia de Dios es demasiado buena para
ser cierta. Piensan que les otorga demasiada libertad así que se aferran a su
sentido de las obras porque están convencidos que es la única cosa que los
mantendrá en un camino justo.
Pablo anticipa este
pensamiento, que termina en obras muertas: “Ahora
bien, ¿eso significa que podemos seguir pecando porque la gracia de Dios nos ha
liberado de la ley? ¡Claro que no! ¿No se dan cuenta de que uno se convierte en
esclavo de todo lo que decide obedecer? Uno puede ser esclavo del pecado, lo
cual lleva a la muerte, o puede decidir obedecer a Dios, lo cual lleva a una
vida recta. Antes ustedes eran esclavos
del pecado pero, gracias a Dios, ahora obedecen de todo corazón la enseñanza
que les hemos dado.” (Romanos 6:15-17, NTV).
¿Cuál es la enseñanza a
la que Pablo se refiere aquí? ¡Es que ahora somos propiedad de la gracia de
Jesucristo! Por lo tanto, ya no seguimos pecando como lo hacíamos antes, debido
a que esa ya no es nuestra identidad: “Esto significa que todo el que pertenece
a Cristo se ha convertido en una persona nueva. La vida antigua ha pasado; ¡una
nueva vida ha comenzado!” (2 Corintios 5:17, NTV). Por último, Pablo dice: “Por
lo tanto, mis amados hermanos, la cuestión es la siguiente: ustedes murieron al
poder de la ley cuando murieron con Cristo y ahora están unidos a aquel que fue
levantado de los muertos. Como resultado, podemos producir una cosecha de buenas
acciones para Dios” (Romanos 7:4, NTV).
La nueva vida que se
nos ha dado, la vida de Cristo mismo, nos resucita para servirle en libertad,
paz y gozo. Liberados de obras agotadoras de obligación, podemos ahora gritar
con David: “¡Me complace hacer tu voluntad, Dios mío!” Y no podemos evitar dar testimonio de Jesús a un mundo hambriento y
desesperado por Su gracia. En una palabra: ¡La gracia produce resultados!
Amigo, no puedes
extraer vida de algo que está muerto. Sólo Jesús tiene el poder de resucitar a
una nueva vida a nuestro hombre muerto y viejo. Ese tipo de gracia es
incomprensible, sobrepasa tanto nuestra capacidad de comprensión que quizás
nunca vamos a entenderla completamente en esta vida. Del mismo modo, nunca
seremos capaces de lograrla por nosotros mismos. Como Pablo escribe: “Ahora
vemos todo de manera imperfecta, como reflejos desconcertantes, pero luego
veremos todo con perfecta claridad. Todo lo que ahora conozco es parcial e
incompleto, pero luego conoceré todo por completo, tal como Dios ya me conoce a
mí completamente.” (1 Corintios 13:12).
Nota la última frase,
el Señor te conoce por completo, aun en medio de tu enredada vida de lamentos y
quebrantamiento, y Él dice que eres bendecido. Verás, la nueva vida que tienes
no es el resultado de lograr, sino de recibir. Por lo tanto, ¿dejarías tu
escala de medición y caminarías en la nueva vida con la que Jesús te ha
honrado? Él ya ha pronunciado Su bendición sobre ti… ¡así que recíbela!
GARY WILKERSON
- (DEVOCIONAL DIARIO “ORACIONES”)


