“Dijo también el Señor: Simón, Simón, he aquí Satanás os ha
pedido para zarandearos como a trigo; pero yo he rogado por ti, que tu fe no
falte; y tú, una vez vuelto, confirma a tus hermanos” Lucas 22:31-32
Cuando Jesús caminó
sobre la Tierra, Él sabía muy bien acerca de la ferocidad de los poderes de
maldad y de cómo Satanás viene con todas las armas del infierno para atacar a
los discípulos del Señor. No creo que ninguno de nosotros conozca o entienda el
gran conflicto que acontece ahora mismo en el mundo espiritual. Tampoco
llegamos a entender cuán determinado está Satanás en destruir a todos aquellos
santos que han decidido firmemente en sus corazones, seguir a Cristo hasta el
final.
En nuestro caminar
cristiano, cruzamos una línea; Yo la llamo "La Línea de la
Obediencia", la cual activa todas las alarmas en el infierno. En el
momento que cruzas esa línea hacia una vida de obediencia y dependencia de
Jesús y determinas en tu corazón nunca volver atrás, te conviertes en una
amenaza para el reino de las tinieblas y un blanco para los principados y
potestades. El testimonio de cada
creyente que se vuelve al Señor con todo tu corazón, que anhela la santidad y
un caminar más profundo con Jesús, ¡incluye una repentina avalancha de
problemas, tribulaciones y pruebas extrañas e intensas!
Tal vez tú fuiste
alguna vez un discípulo a medio tiempo. Amabas al Señor, pero eras perezoso
espiritualmente. No eras un ávido estudiante de la Biblia ni te atraían las cosas
espirituales. No querías ser un fanático y las cosas en tu vida iban bastante
bien. El diablo no te molestaba mucho porque tenías un pie afuera y un pie
adentro.
Pero ahora, estás
ocupado para Dios. Su Palabra ha cobrado vida en ti y oras, lloras y amas a las
almas perdidas. Todo ha cambiado, incluyendo tus tribulaciones. ¡Qué gran
cambio de corazón has experimentado!
Pero, al mismo tiempo
has dejado marcas en el mundo invisible. Has cruzado la línea de la obediencia.
A todos los que han cruzado la línea de la obediencia, Jesús les dice: “Pero yo
he rogado por ti, que tu fe no falte” (Lucas 22:32).
DAVID WILKERSON
- (DEVOCIONAL DIARIO “ORACIONES”)


