“Hoy les ha nacido en la ciudad de David un Salvador, que es
Cristo el Señor. Esto les servirá de señal: Encontrarán a un niño envuelto en
pañales y acostado en un pesebre.” Lucas
2:11-12
Mira la gloria de
nuestro Señor Jesucristo, ¡incluso en su estado de humillación! Nació de padres
humildes que lo acostaron en un pesebre y lo envolvieron en pañales y, sin
embargo, se conmocionaron los principados y los poderes de los lugares
celestiales. Primero, un ángel desciende a proclamar el advenimiento del recién
nacido Rey y de pronto se le une una multitud de seres celestiales que cantan y
dan gloria a Dios. La conmoción no se limitó a los espíritus de arriba, porque
en los cielos que cuelgan por encima de esta tierra hay agitación. Se
selecciona a una estrella en nombre de todas las estrellas. A la estrella se le da la misión de esperar
en el Señor, de ser su heraldo para hombres que venían de lejos, su guía
para llevarlos a su presencia y su guardaespaldas para velar su cuna.
La tierra también está
conmovida. Los pastores han venido a dar el homenaje de los sencillos; con todo
amor y gozo se inclinan delante del niño misterioso y después de ellos, desde
lejos viene la flor y nata de su generación, las mentes más estudiosas de la
época. Llegan por fin, luego de un viaje largo y difícil, los representantes de
los gentiles. Mira, los reyes de Seba y Sabá ofrecen regalos: oro, incienso y
mirra. Hombres sabios, los líderes de sus pueblos, se inclinan delante de él y
rinden homenaje al Hijo de Dios.
(A través de la Biblia
en un año: Miqueas 1-3)
CHARLES SPURGEON - (Devocional “A los Pies del Maestro”)


