"¡Quién me diera el saber dónde hallar a Dios!..." Job 22:3
Las tribulaciones de
Job duraron casi un año. En ese tiempo perdió a sus hijos, su dinero, y su
salud. Después de eso oró: "¡Quién me diera el saber dónde hallar a Dios!..."
(Job 22:3). Destaquemos que Job no dijo: '¡Cuánto me gustaría tener de vuelta a
mis hijos, mi dinero, mi salud!'. No reclamó ninguna de esas cosas, porque
entendió que cuando estás a bien con Dios, todo lo demás acaba acomodándose. He
aquí una verdad que aprendes al perder todo lo que estimas: cuando no te queda
nada más que Dios, te das cuenta de que Dios es suficiente. Una buena parte del
libro de Job trata de las discusiones de éste con Dios y las quejas acerca de
su suerte. ¿Estás haciendo tú eso también? Si es así, no importa; a Dios no le
ofende. Mientras tus ojos estén en el
Señor, Él podrá corregirte, enseñarte, ayudarte, y hacer que se fortalezca tu
fe.
Job no era consciente
de lo que había sucedido detrás del escenario. No sabía de la conversación que
había tenido lugar entre Dios y Satanás, en la que éste le había retado a Dios:
"Toca todo lo que posee, y verás si no blasfema contra Ti en Tu propia
presencia" (Job 1:11). Pero el Señor sabía que no iba a ser así, por lo
que le permitió al diablo atacar a Job durante un tiempo. Al final de este
periodo, Dios no cambió su forma de ver a Job, ni tampoco Job cambió su parecer
respecto a Dios. El único que tuvo que cambiar de opinión fue Satanás. Si te
preguntas cómo acaba la historia, aquí está: "El Señor bendijo el postrer estado de Job más que el
primero..." (Job 42:12). Entonces, si estás pasando por pruebas hoy, tu
solución es Dios. Sigue confiando en Él
y Él hará que salgas victorioso.
BOB Y DEBBIE GASS - (Devocional "LA PALABRA PARA
HOY")