Si no crees en el
tiempo del Espíritu Santo, nunca vas a entender por qué las oraciones parecen
demorar en ser contestadas. Cada promesa de Dios se levantará para que seas
probado, ¡a menos que descanses en el tiempo del Señor! Está escrito acerca de
José, que estaba en prisión sin poder hacer nada: “Hasta la hora que se cumplió su palabra, El dicho de Jehová le
probó” (Salmo 105:19). Este versículo del tiempo del Espíritu Santo se
encuentra entre estas dos afirmaciones: (1)
“Afligieron sus pies con grillos; En cárcel fue puesta su persona” (Versículo
18) y; (2) “Envió el rey, y le
soltó…le dejó ir libre.” (Vr. 20).
La prueba de la espera
de José le rompió el corazón. Escucha su patética súplica al copero después de
que José le reveló que iba a ser restaurado y puesto en libertad de la cárcel:
“Acuérdate, pues, de mí cuando tengas ese bien, y te ruego que uses conmigo de
misericordia, y hagas mención de mí a Faraón, y me saques de esta casa… y
tampoco he hecho aquí por qué me pusiesen en la cárcel.” (Génesis 40:14-15).
Algunos podrían
preguntarse dónde estaba la fe de José. Estaba tan cerca de Dios que podía
interpretar sueños y misterios. Dios habló con él, así que ¿por qué no
simplemente descansar y confiar en Dios para sacarlo de ahí? ¿Por qué una
súplica tan lamentable al copero para hablar de él ante Faraón? ¡Él estaba
siendo probado por la Palabra! Puedes
leerla, orarla, predicarla, pero hasta que sea probada en ti, no va a producir
vida. Algunos de ustedes están siendo severamente probados por la Palabra
en este momento. Has visto a Dios contestar muchas oraciones, pero ahora mismo
tienes una oración sin respuesta desde hace mucho tiempo. Tu llanto, tu clamor,
tus manos levantadas, tu esfuerzo, todo parece no haber sido oído, no hay
evidencia de una respuesta en ninguna parte.
Déjame contarte lo que
se necesita para vencer en estos últimos días. Debemos permanecer en cada
promesa y orar con fe, efectivamente, fervientemente, sin dudar, y luego esperar
y descansar, confiando en que el Señor hará lo correcto, en Su tiempo y a Su
manera. Pocos cristianos hoy en día esperan con paciencia que Dios obre en Su
tiempo. Cuanto más se retrasa, más se enojan algunos. Otros finalmente se dan
por vencidos, pensando que Dios no contesta.
Di con Habacuc: “Estaré
quieto en el día de la angustia… Aunque la higuera no florezca, ni en las vides
haya frutos… y los labrados no den mantenimiento… y no haya vacas en los
corrales; con todo, yo me alegraré en Jehová, y me gozaré en el Dios de mi
salvación. Jehová el Señor es mi fortaleza… y en mis alturas me hace andar.”
(Habacuc 3:16-19).
DAVID WILKERSON - (DEVOCIONAL DIARIO “ORACIONES”)