La historia de José y
sus hermanos en el Antiguo Testamento tiene un mensaje poderoso para los
cristianos del Nuevo Testamento. José es un tipo de Cristo y sus hermanos son
un tipo del pueblo elegido de Dios en la tierra. (Recuerde que Dios le prometió
a Jacob en Génesis 35:11: "Reyes saldrán de tus lomos"). El método de
José para tratar con sus hermanos es un tipo claro de la manera en que Dios
trata con nosotros hoy. Esta historia de amor perdonador de un hombre por sus
hermanos pecadores, es un hermoso cuadro del amor y gracia de Dios hacia el
hombre pecador.
La historia de José y
sus hermanos es una de las más tristes tragedias en toda la Palabra de Dios.
Esta generación de hombres escogidos nunca pudo creer que eran amados. El
diluvio devastador de pecado y tristeza causados por su escepticismo debería
servir como una advertencia solemne para todos nosotros.
Jacob sintió amor
excepcional por José, el hijo de su vejez, y tomó medidas especiales para
cuidar de él. Sus hijos mayores interpretaron esta atención adicional en el
sentido de que su padre amaba a José más que a ellos: "Y viendo sus hermanos que su padre lo amaba [a José] más que a
todos sus hermanos, le aborrecían" (Gén. 37:4).
Ahora bien, el hecho de
que Jacob amaba tanto a José no significa que amaba a sus otros hijos menos. Él
había cuidado fielmente y había bendecido a todos sus hijos. Ellos habían
recibido la misma guía amorosa y la disciplina, sin embargo, los hijos mayores
se volvieron celosos de lo que parecía ser un hermano favorito. José parecía
tener todo lo que su corazón deseaba, incluyendo una túnica adornada de
diversos colores. Él era más bendecido, más favorecido, más consentido y eso
les provocó enojo y celos.
¿Alguna vez has sido culpable de envidiar a un hermano en el
Señor que parece tener todo lo que quiere? Sus oraciones siempre parecen ser
contestadas rápidamente. Nunca parece estar solo o sin amor, ni parece ser
innecesario, mientras tú te sientes abandonado y solo. Las raíces de la
amargura y los celos comienzan a crecer.
Amados, éste es un
terreno peligroso. En el momento en que creemos que nuestro Padre Celestial nos
ama menos de lo que ama a otra persona, nos abrimos a todo tipo de maldad.
Siempre que nos quejamos de nuestras circunstancias, ya sea en voz alta o en
silencio en nuestros corazones, acusamos a Dios de negligencia.
¡Cuidado! Esta es la
actitud que trajo tantos problemas a los hermanos de José.
DAVID WILKERSON - (DEVOCIONAL DIARIO “ORACIONES”)