La primera evidencia de
un avivamiento es un gran deseo de escuchar y obedecer la Palabra del Señor.
“Y se juntó todo el
pueblo como un solo hombre en la plaza que está delante de la puerta de las
Aguas, y dijeron a Esdras el escriba que trajese el libro de la ley de Moisés,
la cual Jehová había dado a Israel. Y el sacerdote Esdras trajo la ley delante de
la congregación, así de hombres como de mujeres y de todos los que podían
entender, el primer día del mes séptimo. Y leyó en el libro delante de la plaza
que está delante de la puerta de las Aguas, desde el alba hasta el mediodía, en
presencia de hombres y mujeres y de todos los que podían entender; y los oídos
de todo el pueblo estaban atentos al libro de la ley... Abrió, pues, Esdras el libro a ojos de todo el pueblo...y cuando lo
abrió, todo el pueblo estuvo atento.” (Nehem. 8:1-3, 5)
El grito de sus
corazones era: “¡Tráenos la verdadera Palabra del Señor!” Esdras estuvo en pie,
sobre un púlpito de madera y leyó la
Palabra de Dios durante seis horas, mientras la multitud
prestaba atención, entendiendo que la causa de su sufrimiento era su propia
terquedad y rebelión. La evidencia más segura de avivamiento en un alma, en una
iglesia, o en una ciudad, es un hambre de la Palabra de Dios. Los cristianos descarriados no
quieren escuchar la Palabra.. .
¡les aburre! ...lo que quieren es emoción. Los predicadores descarriados no
predican mucho de la Palabra
de Dios; en lugar de ello, dan pequeños sermones breves. ¡Ellos no predican acerca de la
Ley , porque eso produce convicción y sacude a la iglesia!
¡Hace que los tibios se retuerzan!
Donde el Espíritu Santo
está obrando, la gente en las bancas clama por la Palabra. Recibo
cientos de cartas de santos hambrientos que claman: “Estamos tan hambrientos.
No escuchamos la verdadera Palabra. ¡Recibimos letra muerta sin unción!”. Donde
Dios está obrando hay Biblias por todas partes. Hay un entusiasmo por la
predicación y la enseñanza con una verdadera reverencia por la Palabra.
Qué triste es que en
muchas iglesias carismáticas, la predicación simplemente se soporta. ¡Ellos
sólo quieren música, entretenimiento, y cantantes especiales en el centro del
escenario! Cuando viene el Espíritu Santo, la Palabra es aclamada. El
clamor del pueblo es: “¡Señor, yo lo quiero todo: lo bueno, lo malo, los
mandamientos, las promesas, todo el consejo de Dios!”
DAVID WILKERSON -
(DEVOCIONAL DIARIO “ORACIONES”)