“Un hombre hizo una gran cena, y convidó a muchos. Y a la
hora de la cena envió a su siervo a decir a los convidados: Venid, que ya todo
está preparado.” Lucas 14:16-17
En otras palabras, un
hombre hizo una invitación a su gran banquete, al igual que el Señor nos invita
a ti y a mí a su increíble fiesta de vida y fuerza. Visión, dirección,
provisión, y un futuro se pueden encontrar allí. Todo está listo.
Sin embargo, los que
fueron invitados al banquete comenzaron a presentar sus excusas de por qué no
podían ir. Sin duda, algunas personas simplemente no querían ir. Sin embargo,
no puedo evitar pensar que algunos de ellos se sintieron obligados a llevar
algo al banquete. Quizás estaban avergonzados por su propia falta de recursos,
lo que finalmente les llevó a rechazar la invitación.
Este es el mismo dilema
al que tú y yo nos enfrentamos hoy en día. Dios dice: “Yo quiero hacer algo a
través de tu vida.” Es una invitación increíble de parte del Señor. Sin
embargo, para muchas personas, hay un sentir innato que les indica que debiesen
proporcionar algo. Después de todo, es una práctica común, incluso en nuestra
sociedad actual, de pensar que el regalo que se lleva a una boda debiese ser de
igual valor a la comida que se ha servido.
Por supuesto, al saber que el precio del banquete fue la
sangre de Su Hijo Jesucristo, es absurdo pensar que tú y yo podríamos aportar
algo
siquiera comparable a ese precio, incluso si nos sentimos obligados de alguna
manera. Nos toma mucho tiempo llegar al punto de darnos cuenta que este es un
banquete “ven como eres”. El profeta Isaías dijo: “Vengan, los que no tienen
dinero; vengan, los que no tienen la habilidades; vengan, los que no tienen
capacidades. ¡Vengan a comprar y sean satisfechos! Coman lo que verdaderamente
les satisfará” (Ver Isaías 55: 1-2).
Jesús continuó en Lucas
14:33: “Así, pues, cualquiera de vosotros que no renuncia a todo lo que posee,
no puede ser mi discípulo.” Eso no significa que tengas que regalar tu casa,
vaciar tu cuenta bancaria, y dejar tu trabajo. Jesús estaba diciendo en esencia
que debes renunciar a tus propios pensamientos de hacer algo en tus propias
fuerzas. Las fuerzas en contra del testimonio de Cristo en esta generación son
demasiado poderosas. Las tendencias sociales van en dirección contraria a la Palabra de Dios. La
batalla es demasiado fuerte, y nuestros recursos naturales son insuficientes
para satisfacer la necesidad. Por eso debemos elegir desechar toda la confianza
en nosotros mismos y presentarnos tal como somos, al increíble banquete de
Dios.
CARTER CONLON -
(DEVOCIONAL DIARIO “ORACIONES”)