“Quitémonos todo peso... Y corramos...” (Hebreos 12:1 NTV)
En los tiempos del
Imperio Romano, los atletas olímpicos se entrenaban con pesos atados al cuerpo.
Sin embargo, el día de la carrera no llevaban ningún peso encima, de ahí que se
nos diga en las Escrituras: “Quitémonos todo peso... y corramos” (Hebreos 21:1
NTV). Cuando Elías pasaba, Eliseo se encontraba arando. Ese momento era la
oportunidad idónea para Eliseo. Podía ser profeta y disfrutar por partida doble
del éxito de su maestro, pero primero tenía que estar dispuesto a romper su
arado y sacrificar su yunta de bueyes. Su arado y sus bueyes representaban la
seguridad financiera que estaba dispuesto a entregar con el fin de cumplir con
el plan que Dios tenía para su vida.
Piensa unos segundos en tu sueño y todo lo que derivará de
él. Si
eres como la mayoría de la gente, lo que te viene a la mente son los beneficios
que recibirás, los lugares a los que irás, la gente que conocerás, las cosas
que poseerás y el puesto o título que ganarás. ¿Notas algo curioso en esa
lista? El hecho de que sólo enumera todas las cosas que se te irán añadiendo y
ninguna de las que tendrás que sacrificar para lograrlas. Y tu mayor reto no
será abandonar las cosas evidentes que sabes que te harán daño, sino deshacerte
también de las cosas buenas que te gustan pero que te van a estorbar. Quitar lo
superfluo de tu rutina diaria será una lucha constante, pero una que merece la
pena. ¿Por qué? Porque a la mayoría de la gente que no logra alcanzar su
destino no le frenan barreras insuperables, sino el cansancio de haber llevado
demasiadas cosas encima a lo largo del camino.
BOB Y DEBBIE GASS - (Devocional "LA PALABRA PARA
HOY")


