“Y…alzando sus manos;...se humillaron y adoraron a Jehová
inclinados a tierra... y leían en el libro de la ley de Dios claramente, y
ponían el sentido, de modo que entendiesen la lectura. Y Nehemías… y el
sacerdote Esdras, escriba, y los levitas que hacían entender al pueblo, dijeron
a todo el pueblo: Día santo es a Jehová nuestro Dios; no os entristezcáis, ni
lloréis; porque todo el pueblo lloraba oyendo las palabras de la ley.” Nehemías 8: 6-9
¡Su primera reacción a la Palabra fue emoción y
gozo! Ellos clamaron: “¡Amén, Amén, mientras levantaban sus manos!” David dijo:
“Alzad vuestras manos al santuario, y bendecid a Jehová” (Salmo 134:2). Pero
pronto la Palabra
hizo que se postraran con el rostro a tierra. Es muestra de verdadero
arrepentimiento cuando la
Palabra de Dios nos hace caer rostro a tierra. “Y se
humillaron y adoraron a Jehová inclinados a tierra... todo el pueblo lloraba
oyendo las palabras de la ley.” ¡Temblaban ante la Palabra de Dios, y
entonces la tomaron en serio y se arrepintieron!
Cuando viene un
avivamiento del Espíritu Santo, los cristianos no guardan rencor; no murmuran,
no hablan a espaldas de la gente, ni andan encontrando faltas. No andan
tratando de arreglar a la iglesia o los pastores. ¡No se la pasan todo el día
tirados viendo la televisión! ¡No! Ellos
están sobre sus rostros ante Dios, llorando, porque la Palabra ha afligido sus
corazones. No juzgan a los demás o miran a otros. ¡Ellos están siendo
convencidos por la Palabra
de que no están a la altura de ella!
En Romanos 12:9-21 Pablo describe las marcas de las personas verdaderamente arrepentidas.
Pablo comienza diciendo: “El amor sea sin fingimiento (hipocresía). Aborreced
lo malo, seguid lo bueno. Amaos los unos a los otros con amor fraternal; en
cuanto a honra, prefiriéndoos los unos a los otros. En lo que requiere
diligencia, no perezosos; fervientes en espíritu, sirviendo al Señor; gozosos
en la esperanza; sufridos en la tribulación; constantes en la oración” (9-12).
DAVID WILKERSON -
(DEVOCIONAL DIARIO “ORACIONES”)