Qué pequeño y simple
paso hay entre dudar del amor de un padre a tomar el asunto en nuestras propias
manos. Pero, ¡qué trágico paso! En el momento de forzar las cosas de acuerdo a
tu voluntad, expones tu corazón a una avalancha de maldad.
La primera cosa que
cambió en los hermanos de José después de que comenzaron a dudar del amor de su
padre era la forma en que hablaban. Escúchalos: "Venid, matémosle. No, echémosle en una cisterna. ¡Mejor aún,
vendámosle a los ismaelitas y hagamos un poco de dinero...!" (Génesis 37:20-27). Sus
corazones se hincharon con desprecio y traición, y de aquellos corazones
corrompidos estalló un torrente de palabras malvadas, el lenguaje del mundo.
El lenguaje profano es
un signo seguro de un corazón endurecido. Los hermanos de José se volvieron
insensibles al pecado y sus conversaciones corrompidas los condujeron a un
comportamiento criminal. Primero, hablaron como los malvados y luego empezaron
a actuar como ellos. En poco tiempo, se convirtieron en criminales fríos y
calculadores. No solamente pecaron, lo encubrieron y luego se dedicaron a su
negocio de cuidar ovejas como si nada hubiera pasado.
¡Cuán bajo caemos una
vez que dudamos del amor de nuestro Padre! ¡Cuán corruptos e insensibles
llegamos a ser! Malaquías, el profeta, advirtió a los hijos de Israel acerca de
la dureza de sus corazones. Al igual que
los hermanos de José, los israelitas habían caído en la trampa de la duda y
terminaron endurecidos en su pecado. El libro de Malaquías comienza:
"Profecía de la palabra de Jehová contra Israel, por medio de Malaquías.
Yo os he amado, dice Jehová; y dijisteis: ¿En qué nos amaste? (Malaquías
1:1-2). ¡Increíble! Se atrevieron a decirle a Dios: "No vemos ninguna
evidencia en nuestras vidas de que nos amas o te preocupas por nosotros."
Muéstrame un cristiano
que comienza a dudar del amor de Dios y decide tomar el asunto en sus propias
manos, y te mostraré un cristiano cuya conversación se está volviendo corrupta.
Casi de la noche a la mañana habrá un cambio notable. Cuanto más duda, más
impío su lenguaje se volverá. La forma en que algunos cristianos hablan es
absolutamente impactante. Alguna vez, hablaban con devoto respeto y reverencia,
pronunciando palabras de fe y gozo. Alguna vez, hablaban suavemente, con un
discurso que edificaba. Ahora hablan brusca e irreverentemente. Sus palabras
revelan lo que hay en sus corazones: el miedo, la incredulidad y la
desesperación.
Desecha todos los
pensamientos malos e incrédulos. ¡No continúes dudando del gran amor de Dios!
DAVID WILKERSON
- (DEVOCIONAL DIARIO “ORACIONES”)