martes, 9 de septiembre de 2014

Señor, ¿Dónde estás? (1) 9 septiembre




"A ti clamo, oh Dios, pero no me respondes..."  (Job 30:20 NVI)


¿Sientes como que Dios no está respondiendo a tus oraciones? El patriarca Job se sintió también así: "A ti clamo, oh Dios, pero no me respondes; me hago presente, pero tú apenas me miras... Cuando esperaba lo bueno, vino lo malo; cuando buscaba la luz, vinieron las sombras" (Job 30: 20, 26). Todos pasamos épocas en las que parece que Dios se haya mudado de casa y no nos ha dejado la nueva dirección. ¿Qué está pasando? ¿Por qué no responde? Cuando Dios está en silencio aprendemos algunas cosas:

1) El silencio no es ausencia. Un proverbio dice: "Somos dueños de nuestro silencio y esclavos de nuestras palabras". A veces Dios te dice "Estad quietos y conoced que yo soy Dios..." (salmo 46:10). Tienes que sentir mucha confianza con alguien para sentarte a su lado en silencio. El silencio quita la importancia de las palabras y crea un grado de intimidad donde ya no son necesarias. Si quieres sentirte cómodo con Dios, aprende a meditar y a estar en silencio delante de Él.

2) El silencio prueba tu fe. ¿Cuánta fe se necesita para creer en alguien que te está dirigiendo paso a paso? Es como un padre que corre al lado del hijo que está aprendiendo a montar en bicicleta. Al principio el niño no está seguro, pero sería muy extraño si a la edad de 25 años el padre todavía siguiera corriendo a su lado. Hay momentos en que Dios quita las manos del manillar para ver cómo has progresado. Y al principio andamos muy tambaleantes. Pero es ahí es donde demuestras cuánto has progresado y en quién has puesto tu confianza.


BOB Y DEBBIE GASS - (Devocional "LA PALABRA PARA HOY")







TRADUCCIÓN