“También debes saber esto: que en los postreros días vendrán
tiempos peligrosos. Porque habrá hombres amadores de sí mismos, avaros,
vanagloriosos, soberbios, blasfemos, desobedientes a los padres, ingratos, impíos,
sin afecto natural, implacables… amadores de los deleites más que de Dios, que
tendrán apariencia de piedad, pero negarán la eficacia de ella; a éstos evita” 2 Timoteo 3:1-5
Pablo está hablando
aquí de feligreses entregados pero los describe como teniendo sólo una
apariencia de piedad. Pablo dijo que estos cristianos estaban “siempre
aprendiendo, y nunca pueden llegar al conocimiento de la verdad” (3:7). En
otras palabras, escuchaban todas las enseñanzas del Evangelio, pero nunca las
tomaban en serio. Eso los hizo ineptos, Pablo dijo, porque “[resistieron] a la
verdad” (3:8).
Puede que nunca nos
veamos enfrentados a las mismas pruebas que los creyentes del Nuevo Testamento
tuvieron que enfrentar, pero Dios aun nos da el poder del Nuevo Testamento. De
seguro nos enfrentaremos a nuestras propias pruebas porque no somos inmunes a
lo que se avecina en el mundo. Pero esas dificultades pueden producir en
nosotros un poder como nunca hemos visto antes.
Es por ello que ya no
podemos darnos el lujo de ser normales en nuestra fe. Piensa en el rápido
aumento del número de no creyentes en nuestro mundo. Cada uno representa un
alma que se dirige al infierno, alguien por quien Jesús murió. Esas cifras por
sí solas nos llaman a elevarnos por encima del cristianismo “normal”, para
proclamar el evangelio de Cristo sin temor ni impedimentos. Eso requiere de Su poder, el cual no se
puede lograr u obtener por nuestros propios méritos, sino que se recibe sólo a
través de Su gracia.
He parafraseado a
Leonard Ravenhill muchas veces, pero este comentario suyo se repite en mi
mente: “El cristianismo de hoy está tan por debajo de lo normal que si
cualquier cristiano comienza a actuar como un cristiano normal de Nuevo
Testamento, sería considerado anormal.”
Dime, ¿Estás no tan
sólo escuchando la Palabra
de Dios, sino también poniéndola en práctica? ¿O hay alguna disparidad entre el
poder de Cristo y tu vida? Ora conmigo: “Señor, estoy cansado de conformarme
con el cristianismo normal. Llena mi vida con Tu poder celestial. Soy un vaso
vacío… ¡Lléname de Tu poder! Cueste lo que cueste, Señor, llévame a donde
quieras que vaya”. ¡Ora así y verás Su poder ser liberado en tu vida!
GARY WILKERSON - (DEVOCIONAL DIARIO
“ORACIONES”)