Las cosas de Dios
tienen una circunferencia y se conservan en un conjunto escrito de verdades. Es
como un pozo sin fondo, y nadie ha llegado jamás a comprender la profundidad de
la verdad de Dios.
Introducirse en el
poder del Evangelio, o de la oración, o el Espíritu Santo, o el amor divino,
equivale a sumergirse cada vez más profundamente en el pozo de Dios. Cada
hombre o mujer que Dios ha usado ha descendido dentro de esta vasta reserva.
Sin embargo, la
tendencia actual, es simplemente tan solo chapotear en la verdad por un tiempo…
y luego saltar afuera del pozo al suelo circundante. “Observen esto, ¡Dios está
haciendo algo nuevo!”, proclama la gente. Al cabo de unos seis meses, más o
menos, por supuesto, la novedad se desvanece y saltan de nuevo a una nueva zona
de césped. Pasan sus vidas enteras saltándose el pozo de Dios, de un lado al
otro, sin llegar a sondear nunca la profundidad de las aguas vivas que están
dentro de él.
Allí dentro del pozo no
hay motivo para abandonarlo o saltar fuera de él. ¿Quién llegará alguna vez a
comprender la plenitud del amor de Dios? ¿Quién podrá agotar alguna vez la
riqueza de Su misericordia hacia los seres humanos caídos? ¿Quién logrará
alguna vez entender el verdadero poder de la oración?
En especial desde la década
de los sesentas, han llegado modas a la iglesia de Norteamérica que luego se
van, sólo para ser reemplazadas por nuevas modas. Leonard Ravenhill, el
predicador y autor británico de mentalidad pro-avivamiento, me dijo poco antes
de morir: “La gente dice que la iglesia de hoy está ‘creciendo y
extendiéndose’. Sí, ahora tiene
alrededor de diez millas de ancho y un cuarto de pulgada de profundidad."
Si en estos días nos
aventuramos a entrar en un gimnasio es probable que nos topemos con personas
que parecen superestrellas por sus costosas zapatillas. El único problema es
que no logran meter la pelota en el aro. Cuentan con todo el equipo deportivo
mas actualizado, pero aun así no pueden jugar al baloncesto.
Nosotros, como pueblo
de Dios, contamos con todo el equipo que necesitamos. Ha estado a nuestra
disposición durante dos mil años. Él nos ha dado todo lo necesario para anotar
puntaje en el marcador y obtener victorias en su nombre. Así que avancemos
confiando plenamente en lo que hemos recibido.
Dios no cambiará en
nada. Su anhelo de brindar ayuda a nuestra vida, nuestra familia y nuestra
iglesia no será mayor mañana que hoy en día. Si simplemente hacemos uso de Sus
promesas, le veremos hacer cosas que nunca podríamos pedir o imaginar, tal como
lo hizo en el Nuevo Testamento.
JIM CYMBALA - (DEVOCIONAL
DIARIO “ORACIONES”)