“…para Dios todo es posible” Mateo 19:26
Por todo el mundo de
hoy, multitudes de padres cristianos sufren porque sus hijos están bajo el
poder del diablo. En nuestra iglesia, veo el dolor de las madres que vistan a
sus hijos en la prisión. Ellas conocen el dolor de sentarse a un lado de una
ventana de cristal grueso, mirando a un muchacho que alguna vez tuvo un
espíritu tierno. De alguna forma comenzó a usar drogas y después trató de robar
para mantener su vicio. Y ahora está en prisión, endureciéndose aun más. Ella ha
orado por él durante años, pero ahora está perdiendo la esperanza. Ella no cree
que él llegará a cambiar.
También veo padres con
el corazón destrozado, que nunca pensaron que sus hijas usarían drogas. Vieron
a su pequeña hija con malas compañías en la escuela, enganchándose en el vicio.
Pronto ella se puso tan rebelde que su padre tuvo que pedirle que se fuera de
casa debido a su influencia sobre sus hermanos menores. Así que ahora está en
las calles, vendiendo su cuerpo para pagar su vicio. Y su padre llora un mar de
lágrimas en las noches sobre su cama. Él está seguro de haberla perdido para
siempre.
Conozco a un padre que
condujo hasta el barrio más bajo a buscar a su hijo drogadicto. Tuvo que
preguntar hasta que finalmente un vendedor de drogas le dijo que su hijo estaba
en una casa de crack. Cuando el hombre
entró al lugar, encontró un cascarón de lo que había sido su hijo. El
cuerpo del muchacho era esquelético por el uso de drogas. Cuando el padre le
rogó que volviera a casa, el joven ni lo miró. Sólo le dijo: “Vete, ésta es mi
vida, ahora”.
Ese quebrantado padre
salió quebrantado a la calle bañado en lágrimas. Había perdido toda esperanza,
sufriendo: “Ese es mi hijo. Se está muriendo y no me deja ayudarlo”.
El diablo les ha dicho
a estos padres que no hay esperanza para sus hijos, que sus problemas nunca
serán solucionados. Los ha convencido de una mentira poderosa: Que Dios no
puede ayudarles.
Quizás pienses que no
hay esperanzas para tu esposo inconverso, que él nunca vendrá a Jesús. O quizás
has perdido la esperanza por tu esposa, que te deja de noche y se va de
parranda. Pero ninguna persona está tan lejos que Dios no la pueda alcanzar.
Conozco a muchos cónyuges cristianos que testifican hoy: “Oré por mi cónyuge
por años. Entonces, un día, después de haber perdido toda esperanza, Dios
intervino. Él salvó y libertó a mi ser querido”.
Nunca debemos darnos
por vencido con nadie. “…para Dios todo
es posible” (Mateo 19:26).
DAVID WILKERSON
- (DEVOCIONAL DIARIO “ORACIONES”)