“Pues si vosotros, siendo malos, sabéis dar buenas dádivas a
vuestros hijos, ¿cuánto más vuestro Padre que está en los cielos dará buenas
cosas a los que le pidan?” Mateo 7:11
Un niño se detuvo en la
acera frente a una tienda de dulces, como si estuviera clavado en el suelo.
¡Dentro había un universo gigantesco de pasteles de chocolate, y las mejores y
más dulces galletas que se han conocido! El dueño de la tienda de dulces trató
desesperadamente de ignorar al niño de los ojos enormes que no tenía un centavo
y que lo miraba con paciencia, sin decir una palabra. Después de largos
minutos, aburrido y preocupado, el comerciante refunfuñó: “¡No puedo darle
galletas y dulces a cada niño que pasa. Esto es un negocio con el que tengo que
ganarme la vida!”
Pero una última mirada
al niño resultó ser demasiado. Dándose por vencido, el comerciante hizo un
ademán al pequeño para que entre, y tan veloz como un rayo, el astuto niño
estaba dentro. El comerciante levantó la tapa de un enorme jarro lleno de los
más deliciosos (y también más caros) tipos de chocolates y le hizo un gesto con
la mano, diciendo: “Adelante, saca.” El muchacho lo miró con una gran sonrisa,
pero movió su cabeza diciendo que no. El comerciante le repitió: “¡Adelante, en
serio, saca lo que quieras! ¡Es gratis!” ¡De nuevo el niño dijo que no con la
cabeza! ¡Entonces el buen hombre metió
la mano en el frasco y le dio al muchacho un enorme puñado de delicias!
Curioso, el comerciante
le preguntó al muchacho: “¿Por qué no quisiste sacar tú?” El inteligente
muchacho contestó triunfalmente: “¡Porque su mano es mucho más grande que la
mía!”
Estimado amigo, la mano
de Dios es más grande que la nuestra. Su poder es suficiente. Su poderosa mano
omnipotente toma nuestra temblorosa y débil mano, y ¡pasan cosas
sobrenaturales! Es Su mano la que permite que mi mano se apodere de lo que Él
ha preparado para mí.
“Pues si vosotros,
siendo malos, sabéis dar buenas dádivas a vuestros hijos, ¿cuánto más vuestro
Padre que está en los cielos dará buenas cosas a los que le pidan?” (Mateo
7:11).
CLAUDE HOUDE - (DEVOCIONAL DIARIO “ORACIONES”)