“Porque no hay acepción de personas para con Dios.” Romanos 2:11
Es pecado
que un cristiano muestre favoritismo con las personas. Es decir, no debe estar
prejuiciado ni a favor ni en contra de otra persona basándose en posición
social, riqueza, influencia, popularidad o apariencia física.
La más clara y más práctica enseñanza
neotestamentaria acerca de la imparcialidad está en la carta de Santiago a los
creyentes:
Hermanos
míos, que vuestra fe en nuestro glorioso Señor Jesucristo sea sin acepción de
personas. Porque si en vuestra congregación entra un hombre con anillo de oro y
con ropa espléndida, y también entra un pobre con vestido andrajoso, y miráis
con agrado al que trae la ropa espléndida… ¿no hacéis distinciones entre
vosotros mismos, y venís a ser jueces con malos pensamientos? …pero si hacéis
acepción de personas, cometéis pecado, y quedáis convictos por la ley como
transgresores (2:1-4, 9).
Si Dios
nunca obra con favoritismo, ¿no debiera procurar usted el mismo carácter
virtuoso, “no haciendo nada con parcialidad” (1 Ti. 5:21)?
JOHN MACARTHUR
- (Devocional "LA VERDAD PARA HOY”)