"...al ver las multitudes, tuvo compasión de ellas..." Mateo 9:36
La preocupación de
Cristo por un mundo dañado se manifestó de dos maneras: condenando a los que se
aprovechaban de los demás y compadeciéndose de quienes no podían mejorar su
situación. Una vez cogió un látigo y echó a los cambistas fuera del templo. Otra
vez sanó a los enfermos y alimentó a los hambrientos. De aquí extraemos una
enseñanza: puedes conformarte y decir: 'Sé que hay problemas en el mundo. Es
una pena, pero mientras no me afecte a mí personalmente, prefiero no pensar en
ello. Las trampas son parte de la economía y la política. Así son las cosas'.
Con esa actitud, al igual que el sacerdote y el levita en la parábola del buen
samaritano, cuando ves esas cosas "pasas de largo" (Lucas 10:30-36).
Lo triste es que incluso iglesias que predican fielmente la Palabra y ganan almas (dos
misiones de suma importancia), fallan en ese aspecto. ¿Por qué? Porque
tienen miedo de identificarse con quienes promueven un "evangelio
social". Pero más bien nos debería preocupar lo contrario. "Si
alguien que posee bienes materiales ve que su hermano está pasando necesidad, y
no tiene compasión de él, ¿cómo... el amor de Dios habita en él?... No amemos
de palabra ni de labios para afuera sino con hechos y de verdad" (1 Juan
3:17-18 CST). ¿Qué te mueve? ¿El éxito en los negocios? ¿Fundar una buena
familia? ¿La excelencia en el ministerio? Todas esas metas son dignas, pero si
quieres saber qué movió a Cristo, lee esto: "Al ver las multitudes, tuvo
compasión de ellas" (Mateo 9:36). Así que no pierdas la compasión.
BOB Y DEBBIE GASS - (Devocional "LA PALABRA PARA
HOY")