Para ser un miembro de
la verdadera iglesia de Dios, tú debes ser conocido por el nombre de Jehová
Sama: “El Señor está allí” (Ezequiel 48:35). Otros deberían poder decir de ti:
“Está claro para mí que el Señor está con esta persona. Cada vez que lo veo,
siento la presencia de Jesús. Su vida verdaderamente refleja la gloria de
Dios”.
Si somos honestos,
tendremos que admitir que no sentimos la dulce presencia del Señor entre los
cristianos muy a menudo. ¿Por qué? Los cristianos gastan su tiempo envueltos en
actividades religiosas buenas, en grupos de oración, en estudios bíblicos, en
ministerios de alcance y todo esto es muy elogiable. Pero muchos de estos
mismos cristianos pasan poco o ningún tiempo ministrando al Señor, en el
aposento secreto de oración.
La presencia del Señor
simplemente no puede ser falsificada. Esto es cierto ya sea que se aplique en
la vida de un individuo o en el cuerpo de una iglesia. Cuando me refiero a la
presencia de Dios, no estoy hablando de algún aura espiritual que envuelve
místicamente a una persona o que desciende sobre un culto en la iglesia. En
lugar de ello, me estoy refiriendo al resultado de un caminar de fe simple,
pero poderoso. Ya sea que se manifieste
en la vida de un cristiano o en una congregación entera, hace que las personas
lo noten. Se dicen a sí mismos: “Esta persona ha estado con Jesús” o “Esta
congregación verdaderamente cree en lo que predica”.
Se necesita mucho más
que un pastor justo para producir una iglesia “Jehová Sama”. Se necesita gente
justa, personas de Dios que se encierren a solas con Él. Si una persona nueva,
al terminar el culto dice: “Yo sentí la presencia de Jesús ahí adentro”, tú
puedes estar seguro de que no fue por la prédica o por la alabanza. Fue porque
una congregación justa entró a la casa de Dios y la gloria de Dios estaba en
medio de ella.
En Hechos 4:13 leemos
que Pedro y Juan fueron llevados al Sumo Sacerdote y a otras autoridades:
“Entonces viendo el denuedo de Pedro y de Juan, y sabiendo que eran hombres sin
letras y del vulgo, se maravillaban; y les reconocían que habían estado con
Jesús”.
DAVID WILKERSON
- (DEVOCIONAL DIARIO “ORACIONES”)