"Mantengamos firme, sin fluctuar, la profesión de
nuestra esperanza..." Hebreos 10:23
Hay muchos a tu
alrededor que viven sin esperanza. Míralos; sonríen pero no hay luz en su
mirada; hablan pero no hay música en su voz; son como maniquíes: bien vestidos
pero sin poder ir a ninguna parte, porque no hay esperanza. Como seguidor de
Cristo, tú no tienes por qué vivir así. "Mantengamos firme, sin fluctuar,
la profesión de nuestra esperanza, porque fiel es el que prometió"
(Hebreos 10:23). La esperanza no es lo mismo que la suerte, como cuando te toca
la lotería; es la seguridad de que Dios va a cumplir lo que ha dicho.
Nadie conoce esta
verdad más a fondo que el rey David, quien tenía todos los motivos para
desesperarse. Después de que Samuel lo ungió para ser rey de Israel, tuvo que
esperar siete años mientras un dirigente paranoico ocupaba el trono. Tuvo que huir para no perder la vida y
esconderse en cuevas, rodeado de enemigos. Fue testigo de la derrota de
Israel, el asesinato de sus amigos y la cautividad de su familia. A pesar de
eso, nunca titubeó ni tiró la toalla. Cuando se enfrentó a circunstancias que a
la mayoría de nosotros nos hubieran aniquilado, el salmista dijo: "...Mi
esperanza está en Ti" (Salmo 39:7); y "...Por la noche durará el
lloro y a la mañana vendrá la alegría" (Salmo 30:5). En otras palabras,
'Las cosas van a mejorar'. Siempre vas a ganar con una actitud semejante. David
llegó a ser rey porque nunca dudó de las promesas de Dios, sino que éstas le
mantuvieron firme, le ayudaron a sobreponerse a las circunstancias adversas y a
seguir adelante. ¿Qué te ha prometido el Señor? Aférrate a Su Palabra y
declara: 'Si Dios lo ha prometido, lo creo; ¡no hay nada más que hablar!'
BOB Y DEBBIE GASS - (Devocional "LA PALABRA PARA
HOY")