Santiago nos dice: “Pero si tenéis celos amargos y contención
en vuestro corazón, no os jactéis, ni mintáis contra la verdad; porque esta
sabiduría no es la que desciende de lo alto, sino terrenal, animal, diabólica.
Porque donde hay celos y contención, allí hay perturbación y toda obra
perversa” (Santiago 3:14-16).
Nota a quién Santiago
se dirige aquí. En el versículo 13 dice: “¿Quién es sabio y entendido entre
vosotros? Muestre por la buena conducta sus obras en sabia mansedumbre”. Él nos
está diciendo: “Puedes tener gran sabiduría y conocimiento espiritual. Pero si
hay amargura en tu hogar, contienda en tu corazón, envidia en tu trabajo, no
pienses que eres espiritual de ninguna manera. Estás bajo un fuerte engaño”.
Cuando Santiago habla
de contienda y amargura, él se refiere a disputas y críticas. Y él dice que
todo esto es diabólico, sensual, que son obras de maldad. En resumen,
cualquiera que guarda amargura causa disputas, y peor aún, abre su corazón a la
posesión satánica.
¿Conoces personas a
quienes la amargura las ha llevado a la posesión satánica? Con el tiempo, su
ser exterior comienza a manifestar las tinieblas que tienen dentro. Con el
tiempo su cuerpo comienza a decaer, enfermándose, marchitándose y sufren desbalances
mentales. Cuando se le entrega dicho terreno al diablo, éste obra para la
destrucción absoluta.
Así que, sigue
adelante, retén tu rencor. Quédate con tu amargura. Continúa buscando disputas.
Si lo haces, estarás en total rebelión contra Dios y Su Palabra y te abrirás a
Satanás. Te volverás ciego
espiritualmente y endurecido de corazón.
Por otro lado, si eres
espiritual y obedeces voluntariamente la Palabra de Dios, entonces no importa cuán herido
estés, mostrarás la sabiduría apacible de la gentileza al perdonar.
En un viaje a
Jerusalén, observé un poderoso ejemplo de cómo Satanás puede tomar una posición
hasta en el terreno más pequeño. Mientras miraba la Ciudad Santa desde el
Monte de los Olivos, vi la tierra donde se asienta el Domo musulmán de la Roca.
Ese pequeño pedazo de
terreno es quizás una fracción de un acre. Sin embargo, de alguna manera
Satanás puso sus manos sobre él y construyó un templo para sí mismo y ahora se
ha convertido en la abominación de la desolación, como se menciona en las
Escrituras. El diablo ha logrado enfocar sus poderes en el centro mismo del
pueblo una vez escogido por Dios, Israel. Y todo sucedió porque él obtuvo sólo
un pequeño terreno. Este es un retrato vivo de lo que Satanás hace cuando toma
ventaja del más pequeño pedazo de terreno.
DAVID WILKERSON -
(DEVOCIONAL DIARIO “ORACIONES”)


