Considera todo lo que
Jesús tuvo que soportar; el desprecio, los golpes, las burlas, el rechazo de
aquellos con los que Él había caminado e incluso alimentado en el desierto.
Piensa en la cruz; la violencia y la furia de la oposición que Satanás envió en
sus intentos de destruir la obra de Dios. Poco sabía el enemigo que en realidad
estaba suministrando el ingrediente necesario para asegurar el éxito.
Según las Escrituras, “sin derramamiento de sangre no se hace remisión
[de pecado]” (Hebreos 9:22). Quienes se oponen a la obra de Dios son el pan
para nosotros. Tiene que haber violencia, tiene que haber una cruz, tiene que
haber una muerte. Leemos en 1 Corintios 2:8 que si los príncipes de este siglo
hubieran sabido lo que estaban haciendo, ¡Nunca habrían crucificado al Señor de
la gloria!
Recordemos el momento
en que Pedro y Juan se acercaron al templo llamado La Hermosa y tomaron de la
mano a un hombre cojo, un hombre que había pasado muchos años pidiendo limosna
mientras la multitud religiosa simplemente pasaba a su lado. Nadie tenía
problema con su impotencia hasta que Pedro y Juan lo levantaron en el nombre de
Jesús, y Dios milagrosamente le sanó.
Amado, no tengas miedo
de la oposición. Es un ingrediente necesario en nuestras vidas; es pan para
nosotros. Pedro y Juan fueron llamados ante el consejo de líderes religiosos y
los amenazaron dos veces. Sin embargo, ¿cuál fue el resultado de esta amenaza?
“Y puestos en libertad, vinieron a los suyos y contaron todo lo que los
principales sacerdotes y los ancianos les habían dicho. Y ellos, habiéndolo
oído, alzaron unánimes la voz a Dios, y dijeron: Soberano Señor, tú eres el
Dios que hiciste el cielo y la tierra, el mar y todo lo que en ellos hay”
(Hechos 4:23-24).
¡Vemos aquí que la oposición había encendido una reunión de
oración!
En lugar de ceder a las amenazas, los discípulos doblaron sus rodillas a Dios y
comenzaron a orar: “Y ahora, Señor, mira sus amenazas, y concede a tus siervos
que con todo denuedo hablen tu palabra, mientras extiendes tu mano para que se
hagan sanidades y señales y prodigios mediante el nombre de tu santo Hijo
Jesús” (Hechos 4:29-30). Fue la curación de este hombre cojo lo que trajo todo
este problema sobre ellos, por lo que le dieron un giro al asunto y ¡le
pidieron a Dios que les dé más audacia, más poder, más sanidades!
La oposición es el pan
que nos envía a la presencia de Dios, donde se encuentra toda nuestra fuerza.
Sin oposición de la iglesia se vuelve floja y se vuelca hacia sí misma,
buscando el poder sin un propósito: una fórmula para el engaño espiritual.
CARTER CONLON - (DEVOCIONAL DIARIO “ORACIONES”)


