"Que refrene su lengua de hablar el mal..." (Salmo
34:13 NVI)
Éranse tres mujeres que
decidieron confesarse sus debilidades. La primera reconoció beber en exceso; la
segunda admitió que tenía envidia del físico de otra amiga. La tercera se quedó
callada, así que las otras le insistieron: 'Venga, ¿cuál es tu debilidad?' Por
fin respondió: 'Es el chisme, y me muero de ganas de salir de aquí y contar
esto a alguien'. En serio; la
Biblia es firme respecto al chisme: "El que refrena su
lengua protege su vida, pero el ligero de labios provoca su ruina"
(Proverbios 13:3 NVI). "Si alguien se cree religioso pero no le pone freno
a su lengua, se engaña a sí mismo, y su religión no sirve para nada"
(Santiago 1:26 NVI). "El que quiere amar la vida y ver días buenos,
refrene su lengua de mal y sus labios no hablen engaño" (1 Pedro 3:10).
El chisme es como barro que se arroja contra una pared -a lo
mejor no se queda pegado pero deja una mancha-; y esa mancha puede permanecer ahí
toda una vida. Por lo tanto, antes de lanzar el "barro", mira bien
adónde "apuntas". Pregúntate cuánto daño vas a causar y cómo te vas a
sentir después. Dijo Salomón: "En la lengua hay poder de vida y muerte;
quienes la aman comerán de su fruto" (Proverbios 18:21 NVI). ¿Te das
cuenta? Te vas a "comer tus palabras". Recogerás la cosecha de lo que
has sembrado, ya sea bueno o malo. Y no olvides: Si estás buscando faltas que
criticar, no tienes más que mirarte en el espejo. Cuando te dedicas a trabajar
en tus propias debilidades no te queda tiempo para murmurar de las de nadie.
"Por amor de Sión no callaré y por amor de Jerusalén no
descansaré... hasta que restablezca a Jerusalén y la ponga por alabanza en la Tierra.. ." (Isaías
62:1-7)
BOB Y DEBBIE GASS - (Devocional "LA PALABRA PARA
HOY")