"...bebe, y también daré de beber a tus camellos" Génesis
24:46
Cuando el criado de
Abraham llegó a la ciudad de Nacor, una joven llamada Rebeca le ofreció agua. Cuando acabó de beber, Rebeca
le dijo: "...También daré de beber a tus camellos". Leemos que
"rápidamente" vació su cántaro en el abrevadero y volvió al pozo.
Este hecho en sí no parece nada extraordinario, hasta que leemos entre líneas:
un camello sediento podía beber hasta cien litros de agua; y había diez
camellos. Hagamos las sumas. Rebeca pudo haber sacado del pozo mil litros de
agua para un extraño. Hizo todo lo que se podía esperar de ella, y mucho más.
Éste fue un momento
crucial en su vida. Gracias a ese acto de servicio, Rebeca llegó a ser la mujer
de Isaac, se embarcó en una aventura maravillosa y formó parte de la Historia Sagrada.
Hasta hoy, su nombre es recordado y venerado por los creyentes. Rebeca no sabía
las repercusiones de su comportamiento aquel día. No se ofreció a sacar semejante cantidad de agua del pozo porque sabía
de antemano cuál era la recompensa. Lo hizo porque ella era así y tenía un
corazón generoso. Rebeca fue un ejemplo de lo que afirma la Escritura : "Los
perezosos ambicionan mucho y obtienen poco, pero los que trabajan con esmero
prosperarán" (Proverbios 13:4 NTV). ¿De dónde sacamos la idea de que no es
bueno dar sin esperar nada a cambio, o de servir no esperando ninguna
retribución? ¡Desde luego que de la
Biblia no! Recibiremos algunas recompensas durante nuestra
vida en la tierra pero otras en la vida futura. Sabemos que "...el Señor
recompensará a cada uno por el bien que haya hecho..." (Efesios 6:8 NVI).
"Por amor de Sión no callaré y por amor de Jerusalén no
descansaré... hasta que restablezca a Jerusalén y la ponga por alabanza en la Tierra.. ." (Isaías
62:1-7)
BOB Y DEBBIE GASS - (Devocional "LA PALABRA PARA
HOY")


