El libro de Hebreos
menciona dos tipos de testimonios. Todos preferimos el primer tipo, cuando los
santos conquistaron reinos, destruyeron al enemigo y mataron gigantes. El
segundo tipo de testimonio es completamente diferente: Cristianos que fueron
aserrados, muertos de hambre, congelados, ocultos en cuevas.
Es demasiado fácil para
los cristianos de hoy vivir según el testimonio de otros. ¿Con cuánta
frecuencia terminamos diciendo: “¿Has oído acerca del despertar espiritual en
África?” “La iglesia en los Estados Unidos hacen un gran trabajo entre los
pobres” “Nuestra iglesia ha abierto sus puertas para alcanzar a los
drogadictos”. Deberíamos regocijarnos en la fidelidad de aquéllos que hacen la
diferencia en el nombre de Cristo, por supuesto, pero Pablo rehusó vivir a
través de la obra de otros. “No nos
gloriamos desmedidamente en trabajos ajenos, sino que esperamos que conforme
crezca vuestra fe seremos muy engrandecidos entre vosotros, conforme a nuestra
regla” (2 Corintios 10:15).
Tú puedes pensar que tu
vida no da la talla, que no mereces un testimonio digno de gloria, pero ése no
es el asunto. Todo puede cambiar con una simple oración de fe. Hace poco, justo
antes de predicar, una mujer en la iglesia me contó lo que le había sucedido
esa semana. Luego de ser adicta a la marihuana por treintaiséis años, ¡Dios la
libertó! Sucedió a través de una simple visita de dos ministros laicos a
nuestra iglesia. Cuando ellos se sentaron para orar por ella, comenzó a sentir
convicción de pecado por la droga que tenía en su apartamento, y al instante la
arrojó.
La libertad de esta
mujer es real y duradera. Ella obtuvo un testimonio digno de gloria acerca del
poder de Dios para librar, y dos ministros laicos también son testigos. Dios los usó de una manera que no podríamos
haberla planeado mejor. Los tres pueden decir: “Mira lo que ha hecho Dios
en medio de nosotros hoy”.
Aun con el comienzo más
pequeño, la fe empieza a levantarse en nuestros corazones. Nos damos cuenta:
“Dios lo hizo la semana pasada y puede hacerlo otra vez esta semana”. Quiero
gloriarme de que nuestra iglesia tiene ministros poderosamente efectivos que
fueron levantados de esta manera, debido a que un individuo fue fiel en ayudar
a una persona. En cada caso, el acto lleno de oración de un creyente resultó en
un ministerio de consejería, un ministerio de misericordia, un ministerio de
discipulado y más. Esto es verdad para todo creyente. A medida que edificamos
una historia de testimonios, nuestra fe crecerá y buscará de Dios, cosas
mayores.
GARY WILKERSON -
(DEVOCIONAL DIARIO “ORACIONES”)