El cambio es una obra
exclusiva del Espíritu Santo. “¿Cómo no será más bien con gloria el ministerio
del espíritu? (2 Corintios 3:8). Nosotros simplemente no podemos cambiarnos a
nosotros mismos. Sólo el Espíritu de Dios nos puede conformar a la gloriosa
imagen de Cristo. Todos hemos oído decir: “Cuando una persona se convierte al
Señor, Dios quita el velo de sus ojos”. Esta es la obra exclusiva del Espíritu.
También leemos: “Porque
el Señor es el Espíritu; y donde está el Espíritu del Señor, allí hay libertad”
(versículo 17). La palabra “libertad” aquí significa: “Que ya no se es un
esclavo, exento de deudas, libre, desencadenado”. Esto describe la libertad que
recibimos cuando se abren nuestros ojos. De repente, podemos ver las cosas en
una nueva luz. Solamente el Espíritu Santo puede romper la manera en que hemos
visto las cosas durante toda una vida, solamente Él puede convertirnos y
encaminarnos en el rumbo correcto.
En resumen, esta conversión que Pablo menciona acá, significa
confiar plenamente en el Espíritu de Dios. También significa el alejarnos de
todo consejo que no sea basado en la
Biblia , de todas tus propias ideas y planes, y clamar
únicamente al Espíritu Santo para que te dirija y te guíe.
Pablo experimentó este
tipo de conversión. En Hechos 9, cuando todavía se conocía como Saulo, estaba
en el rumbo incorrecto, yendo hacia Damasco para perseguir cristianos.
(¡Hablando acerca de tener un velo sobre los ojos!) Saulo realmente pensaba que
le estaba haciendo un favor a Dios, al arrestar creyentes y enviarlos a la
cárcel.
Pero el Señor
interceptó a este hombre y creó una crisis en su vida. Cuando Jesús se encontró
con Saulo camino a Damasco, le golpeó con una luz tan poderosa que literalmente
le dejó ciego. Saulo, ciego, tuvo que ser guiado hasta una casa en Damasco,
donde permaneció hasta que el siervo de Dios, Ananías, llegó. Ananías le dijo: “Hermano Saulo, el Señor Jesús, que se te
apareció en el camino por donde venías, me ha enviado para que recibas la vista
y seas lleno del Espíritu Santo. Y al momento le cayeron de los ojos como
escamas, y recibió al instante la vista” (Hechos 9:17-18).
Saulo rindió su pasado,
su futuro, todo al Espíritu Santo e inmediatamente se le quitó el velo de sus
ojos.
DAVID WILKERSON -
(DEVOCIONAL DIARIO “ORACIONES”)