¿Alguna vez has notado
que Jesús hizo el lanzamiento de la iglesia cristiana, no mientras alguien
predicaba, sino mientras la gente oraba? En los primeros dos capítulos de
Hechos, los discípulos sólo estaban esperando en Dios. Mientras estaban allí
sentados... adorando, teniendo comunión con Dios, permitiendo que Dios los
moldeara y limpiara sus espíritus y que hiciera esas operaciones del corazón
que sólo el Espíritu Santo puede hacer... nació la iglesia. El Espíritu Santo
fue derramado.
¿Qué dice eso acerca de
nuestras iglesias de hoy, al haber dado Dios nacimiento a la iglesia en una
reunión de oración siendo que en la actualidad las reuniones de oración casi se
han extinguido?
¿Acaso soy yo el único
que siente vergüenza cuando los líderes religiosos de los Estados Unidos hablan
acerca de la oración en las escuelas públicas? ¡Ni siquiera tenemos tanta
oración en muchas iglesias! Por una cuestión de humildad, uno pensaría que nos
quedaríamos callados sobre ese particular hasta estar practicando lo que
predicamos en nuestras propias congregaciones.
Estoy seguro de que los
emperadores romanos no contaban con la oración en sus escuelas. Pero los
primeros cristianos tampoco parecían interesarse por lo que hacían Calígula o
Claudio o Nerón. ¿Cómo podría algún emperador detener a Dios? En efecto, ¿Cómo podrían los demonios del infierno
avanzar cuando el pueblo de Dios oraba e invocaba su nombre? ¡Imposible!
En el Nuevo Testamento
no vemos a Pedro o a Juan frotándose nerviosamente las manos y diciendo:
"Oh, ¿qué haremos? Calígula es bisexual... y será su caballo de batalla en
el Senado de Roma... ¡qué modelo terrible de liderazgo! ¿Cómo hemos de
responder a este escándalo?"
No nos engañemos ni
desviemos la atención de la vida de oración débil de nuestras propias iglesias.
En Hechos 4, cuando los apóstoles fueron arrestados, encarcelados y amenazados
injustamente, no llamaron a una protesta; no intentaron obtener alguna ventaja
política. En lugar de eso, se dirigieron a una reunión de oración. En poco
tiempo el lugar estaba vibrando con el poder del Espíritu Santo (Hechos
4:23-31).
Los apóstoles tenían el
siguiente instinto: Al encontrarse en dificultades, orar. Al ser intimidado,
orar. Al ser desafiado, orar. ¡Al ser perseguido, orar!
JIM CYMBALA - (DEVOCIONAL
DIARIO “ORACIONES”)