David nunca dijo: “Mi
padre me pidió que fuera un pastor, así que decidí ser uno bueno. Luché contra
leones y osos, y nunca perdí una oveja.” Eso habría sido un buen testimonio,
pero no daría gloria a Dios. En realidad, David hacía alarde de la siguiente
manera: “Jehová, que me ha librado de
las garras del león y de las garras del oso, él también me librará de la mano
de este filisteo. (1 Samuel 17:37).
Como mayordomo en
Babilonia, Nehemías arriesgaba su vida como copero del rey. Pero Nehemías hacía
alarde en Dios así: “Reconstruí una ciudad para restaurar el honor del nombre
de Dios.” Con el nombre de Dios escarnecido en las calles de Jerusalén,
Nehemías sintió un gran deseo de hacer algo al respecto, y se dedicó a la
reconstrucción de los muros.
El testimonio de Moisés
no fue: “Yo vivía en el palacio del Faraón y tenía gran autoridad.” Su manera
de hacer alarde fue: “Dios me habló desde una zarza ardiente; y me enfrenté a
Faraón, diciendo: 'Deja ir a mi pueblo.'” Su alarde fue oído en el Mar Rojo:
“¡El ejército de Egipto se ha ahogado en el mar!”
Los creyentes del Nuevo
Testamento hicieron el mismo alarde. Esteban era un diácono que distribuía
alimentos a las viudas, un buen testimonio en sí mismo, pero su testimonio
digno de hacer alarde vino cuando predicó a una multitud incrédula. Su sermón
ungido provocó tanto a las personas, que recogieron piedras para matarlo. El
testimonio de Esteban tuvo dos efectos: Fue
el primer mártir de la Iglesia ,
y su sacrificio fiel impactaría más tarde un fanático judío llamado Saulo.
Aun no he conocido a
ningún cristiano que no se haya preguntado: “¿Acaso no hay algo más en esta
vida en Cristo? ¿Cuándo vamos a ver el poder de Dios manifestado en esta
generación?” Tal vez estás enfrentando algo que requiere de la intervención de
Dios. No es el momento de decir: “Voy a ir mas seguido a la iglesia.” Es hora
de decir: “Confío en que Dios demostrará Su poder en mi vida. Él va a salvar mi
matrimonio, rescatar a mis hijos e impactar a mis compañeros de trabajo. Me
dará un testimonio digno de hacer alarde.”
Este mensaje no tiene
la intención de generar remordimiento, sino que su propósito es despertar
pasión en nuestros corazones, pasión que con mucha frecuencia es reprimida por
el miedo y la duda. Algunos han postergado su fe durante tanto tiempo que ya no
creen que puedan tener un testimonio digno de hacer alarde, pero la Palabra de Dios dice lo
contrario.
GARY WILKERSON -
(DEVOCIONAL DIARIO “ORACIONES”)