Algunos cristianos
creen que el arrepentimiento significa simplemente “darse la vuelta” e ir en la
dirección opuesta. Pero la
Biblia nos dice que el arrepentimiento es mucho más que eso.
El significado completo
y literal de la palabra “arrepentimiento” en el Nuevo Testamento es “sentir
remordimiento y tener sentimiento de culpa por los pecados contra Dios; estar
contrito, triste; querer cambiar de dirección”. La diferencia en significado
está en la palabra “querer”. ¡El verdadero arrepentimiento incluye el deseo de
cambiar!
Además, sencillamente
sentirse dolido no constituye arrepentimiento. Más bien, la tristeza verdadera
lleva al arrepentimiento. Pablo dice, “Porque
la tristeza que es según Dios produce arrepentimiento para salvación, de que no
hay que arrepentirse; pero la tristeza del mundo produce muerte” (2 Corintios
7:10).
Pablo se refiere a una tristeza que es genuina, que se
“adhiere” a la vida de la persona arrepentida. Este tipo de tristeza que proviene
de Dios produce, en forma natural, un arrepentimiento que incluye odio hacia el
pecado, un temor justo hacia Dios y el deseo de arreglar los daños.
No nos debe sorprender,
entonces, que Pablo predicara arrepentimiento a los creyentes. El entregó un
mensaje fuerte de arrepentimiento a los cristianos en Corinto. Los creyentes de
Corinto habían sido ricamente bendecidos por Dios, siendo enseñados bajo
poderosos maestros de la palabra, sin embargo, su congregación permanecía llena
de pecado.
Primero, Pablo
testifica a los Corintios, “Con todo, las señales de apóstol han sido hechas
entre vosotros en toda paciencia, por señales, prodigios y milagros” (2
Corintios 12:12). Pero luego Pablo les dice muy directamente: “Pues me temo que
cuando llegue, no os halle tales como quiero” (Versículo 20).
¿Cuál era el temor de
Pablo? Era simplemente esto: “Que cuando vuelva, me humille Dios entre
vosotros, y quizá tenga que llorar por muchos de los que antes han pecado, y no
se han arrepentido de la inmundicia y fornicación y lascivia que han cometido”
(Versículo 21).
Este pastor de corazón
compasivo amaba a los creyentes de Corinto. Sin embargo, el sabía que habían
sido enseñados que era incorrecto vivir un estilo de vida llena de pecados. Y
les dijo: “Cuando vaya a visitarlos me verán cabizbajo de pena. De mis ojos
fluirán lágrimas, y mi voz gemirá de dolor, si veo que continúan en pecado,
fornicación y lujuria. Seré totalmente quebrantado, porque el evangelio no ha
hecho la obra en sus corazones. Aún no se habrán arrepentido de su pecado, ¡y
los llamaré fuertemente a que se arrepientan!”