"Gracia y paz os sean multiplicadas, en el
conocimiento... de nuestro señor Jesús" 2 Pedro 1:2
Si piensas que el amor
de Dios por ti sería más fuerte si tu fe fuera más firme, te equivocas. Si
piensas que Su amor sería más profundo si tus pensamientos y tus actos fueran
mejores, te vuelves a equivocar. No confundas el amor de Dios con el amor humano.
Este último aumenta cuando la otra persona se comporta como esperamos y
disminuye si falla. El amor de Dios es distinto; te ama tal y como eres, aunque
no te va a dejar donde estás. Escribe Max Lucado: "Cuando mi hija Jenna
era muy pequeña, solía llevarla al parque... Un día estaba jugando en un montón
de arena cuando pasó una furgoneta vendiendo helados. Le compré uno y cuando me
volví para dárselo, vi que tenía toda la boca llena de arena... ¿la amaba con
la boca sucia? Por supuesto. ¿Era menos mi hija con arena en la boca? Claro que
no. ¿Iba yo a dejarla con la boca sucia? ¡Ni pensarlo! La cogí y la llevé a una fuente y le lavé la boca. ¿Por qué? Porque la
amaba.
Dios hace lo mismo con
nosotros. Nos coge y nos lleva a la fuente. 'Escupe lo que tienes en la boca,
hijo', nos insta nuestro Padre. 'Tengo algo mucho mejor para ti'. Y así limpia
toda nuestra suciedad: inmoralidad, falta de honradez, prejuicios, amargura,
avaricia. No nos agrada el proceso de limpieza, y a veces hasta preferimos
comer la suciedad y no el helado. 'Si quiero comer tierra la como', decimos. Es
verdad, podemos hacerlo. Pero si lo hacemos, nos perdemos algo mucho mejor que
Dios nos ofrece. Él quiere que seamos como Jesús".
"Por amor de Sión no callaré y por amor de Jerusalén no
descansaré... hasta que restablezca a Jerusalén y la ponga por alabanza en la Tierra.. ." (Isaías
62:1-7)
BOB Y DEBBIE GASS - (Devocional "LA PALABRA PARA
HOY")