En la visión de
Ezequiel 37, Dios llevó al profeta a un valle lleno de huesos secos. "La mano de Jehová vino sobre mí, y me
llevó en el Espíritu de Jehová, y me puso en medio de un valle que estaba lleno
de huesos. Y me hizo pasar cerca de ellos por todo en derredor; y he aquí que
eran muchísimos…y…secos en gran manera" (Ezequiel 37:1-2). ¡Qué
horrible escena! Una vasta extensión llena de esqueletos hasta donde Ezequiel
podía alcanzar a ver.
Quizás tú, como
Ezequiel, te has preguntado: "Dios, todo lo que veo delante de mí son
cosas difíciles. ¿Por qué me llevas a través de este valle oscuro? "Se
debe a que en el valle de los huesos secos, no hay otra fuente de vida. En ese
lugar no tenemos ni aliento, ni poder, ni fuerza propia. El valle de muerte nos
lleva a un lugar de dependencia total. El año dos mil trece fue uno de los años
más duros de mi vida, sin embargo, mirando hacia atrás, doy gracias a Dios por
cada momento de ese año. En medio de todo de los huesos secos de mi vida, veo
que Dios había orquestado un lugar en donde mi vida terminaba y la Suya comenzaba.
El valle de los huesos
secos en la visión de Ezequiel nos revela dos cosas:
-Primero, representa la condición del pueblo de Dios. Yo amo a la Iglesia de Cristo, nunca
habré estudiado lo suficiente sobre ella, ni habré orado lo suficiente por
ella. Es la mayor vasija de Dios en la tierra para expresar Su naturaleza y
mostrar Su poder. Pero también tengo una carga, porque hoy en día, muchas
iglesias están llenas de huesos secos. Esto no es una crítica, es una realidad.
Como cristianos, podemos secarnos antes de darnos cuenta. Jesús lo expresó de
esta manera: "Pero tengo contra ti, que has dejado tu primer amor"
(Apocalipsis 2:4). Podemos hacer toda la dinámica, y aun así no tener nada de
vida en el interior.
-Lo segundo que veo revelado en la visión de Ezequiel de los
huesos secos es nuestra cultura. Hubo un tiempo en que éramos una nación que honraba
a Dios. El setenta por ciento de los estadounidenses alguna vez profesó a
Cristo y asistió a la iglesia. Las últimas estadísticas muestran que dicha
cifra es ahora sólo el ocho por ciento. ¡Estamos viviendo en medio de tinieblas
espirituales, habitamos en un valle de huesos secos!
¿Cómo puede, una
iglesia de huesos secos, una iglesia tibia, que no tiene vida ni oración,
hablarle a una cultura de huesos secos? No puede suceder a menos que nuestros
espíritus sean vivificados, despertados por el Espíritu Santo.
GARY WILKERSON - (DEVOCIONAL DIARIO “ORACIONES”)