Mientras leo las
palabras de Pablo, me encuentro examinando mi propio ministerio y tengo que
preguntar: "¿He acortado el evangelio que Jesús predicaba, el evangelio
del arrepentimiento? ¿Esencialmente, he cortado con tijeras mi Biblia y he
quitado el alto precio de seguir a Cristo? ¿He rebajado Sus normas al decirle a
la gente: "Sólo cree y sé salvo?"
¿Hemos acortado la
convicción genuina por el pecado? ¿Nos hemos adelantado y ofrecido la salvación
a aquellos que realmente no se han arrepentido, a quienes no se han dolido por
sus ofensas, a quienes no se han dolido por sus transgresiones, a quienes han
buscado la fe tan sólo para esconder sus lujurias tras ella?
Constantemente
escuchamos exageraciones acerca del número de personas que viene a Jesús a
través de diversos ministerios. Cristianos reportan que un sinnúmero de
personas fueron salvas mientras predicaban en prisiones, escuelas y otras
instalaciones. Dicen: "Todos en el lugar entregaron su corazón a Jesús.
Cuando terminé de predicar, todos pasaron al frente para recibir
salvación".
A menudo, lo que sucede
es que todos sencillamente repiten una oración. Ellos simplemente oran lo que
se les ha dicho que oren y muchos no entienden lo que están diciendo. ¡Después,
la mayoría vuelve a sus caminos perversos!
Tales personas nunca
experimentan una obra profunda del Espíritu Santo. Como resultado, nunca se
arrepienten, nunca sienten dolor por sus pecados y nunca creen realmente.
Trágicamente, les hemos ofrecido algo que Jesús mismo nunca ofreció: Salvación
sin arrepentimiento.
Yo creo que la iglesia,
incluso ha quitado el sentimiento de la convicción de pecado. Piénsalo, casi
nunca ves lágrimas en las mejillas de los están siendo salvos. Por supuesto, sé
que las lágrimas no salvan a nadie, pero Dios nos hizo humanos a todos, con
sentimientos muy reales. Y cualquier pecador atado por el infierno que ha sido
tocado por el Espíritu Santo, naturalmente sentirá un dolor profundo por la
forma en que ha contristado al Señor.
El apóstol Pedro sintió
este tipo de dolor piadoso, cuando el negó al Señor. De pronto, fue inundado
con el recuerdo de lo que Jesús le dijo: "Entonces Pedro se acordó de las
palabras que Jesús le había dicho: Antes que el gallo cante dos veces, me negarás
tres veces. Y pensando en esto, lloraba" (Mr. 14:72).
DAVID WILKERSON - (DEVOCIONAL DIARIO “ORACIONES”)