"...Ésta ha sido tu costumbre desde tu
juventud..." (Jeremías 22:21 LBLA)
Te darás cuenta que las
personas de éxito, como los apóstoles Pedro y Juan, son criaturas de
costumbres. "Pedro y Juan subían... al Templo a la hora... de la
oración" (Hechos 3:1). Y ese día Dios los usó para sanar a un lisiado de
nacimiento. Como consecuencia de este milagro, unas tres mil personas fueron
ganadas para Cristo y se incorporaron a la iglesia. Pero todo empezó con un
hábito diario. Tus hábitos determinan tu futuro. Los psicólogos calculan que el
90 por ciento del comportamiento se deriva de los hábitos -¡el 90 por ciento!-.
Éstos te ayudan a hacer las cosas más rápidamente y eliminan los estorbos
mentales para pensar con más claridad. Pero
también pueden ser perjudiciales y llevarte en dirección opuesta a tus deseos.
Imagina a alguien que
sueña con ganar una medalla olímpica en el maratón, pero fuma dos paquetes de
cigarrillos diarios. O la joven que anhela ser modelo pero ingiere seis mil
calorías diarias y no hace ejercicio. O el jefe que quiere dirigir un buen
equipo pero suele insultar y menospreciar a sus empleados. Los hábitos tienen
un efecto acumulativo, y por lo general las consecuencias no se manifiestan
hasta mucho más tarde en la vida. Si tus hábitos son malos, para cuando sean
evidentes los resultados quizás sea demasiado tarde para alterar el curso de
las cosas. Por eso tienes que controlar tus hábitos ahora. A menos que estés
dispuesto a enfrentar esas malas costumbres e instaurar unas nuevas, por mucho
que te aferres a las palabras de la
Biblia y reclames todas las promesas de Dios, eso no te
conducirá a nada.
"Por amor de Sión no callaré y por amor de Jerusalén no
descansaré... hasta que restablezca a Jerusalén y la ponga por alabanza en la Tierra.. ." (Isaías
62:1-7)
BOB Y DEBBIE GASS - (Devocional "LA PALABRA PARA
HOY")


