"...¡Prepárate! Ve y diles todo lo que yo te
ordene." Jer. 1:17
¿Te avergüenzas de
tus comienzos, como Jeremías? El profeta comienza su libro enumerando la gente
buena y la mala de su entorno. ¿Sabes una cosa? Todos venimos con una carga
genética nada perfecta. Todos somos una especie de mezcla. ¿Qué hacer, entonces
con todo ese trasfondo? Aprende de los que actuaron mal e imita a los que
actuaron bien. Descubre el propósito para el que Dios te puso en la Tierra y
cúmplelo. Mantén la antorcha encendida y bien brillante, y luego pásasela al siguiente
corredor. Esfuérzate por terminar bien y oír el "Bien, buen siervo y
fiel" de Dios. ¡Y cuida lo que
dices! Tus palabras no sólo influyen en los demás, sino que también influyen
en ti.
Cuando Jeremías le
alegó a Dios que no tenía la edad adecuada, Dios le contestó: '¡No digas eso!'.
Cuando se quejó porque no era un gran orador, Dios replicó: '¡Tampoco digas
eso!'. Cuando vio lo grande que era la oposición, le temblaron las rodillas,
pero Dios le animó: "'...¡Prepárate! Ve y diles todo lo que yo te ordene.
No temas ante ellos, pues de lo contrario yo haré que sí les temas. Hoy te he
puesto como ciudad fortificada, como columna de hierro y muro de bronce, contra
todo el país, contra los reyes de Judá, contra sus autoridades y sus
sacerdotes, y contra la gente del país. Pelearán contra ti, pero no te podrán
vencer, porque yo estoy contigo para librarte' afirma el Señor" (Jeremías
1:17-19 NVI). Y Dios prometió estar no solamente con Jeremías, sino que ha
prometido estar también contigo.
"Por amor de Sión no callaré y por amor de Jerusalén
no descansaré... hasta que restablezca a Jerusalén y la ponga por alabanza en
la Tierra..." (Isaías 62:1-7)
BOB Y DEBBIE GASS - (Devocional "LA PALABRA
PARA HOY")