Pregúntale a cualquier persona que haya sido llamada por
Dios a salir a alguna nueva obra del Reino y esa persona te dirá que Satanás ha
venido a él en furia, lanzando una aflicción tras otra.
Así fue en la vida de Cristo. Tan pronto como Jesús fue
bautizado, la paloma que apareció y la voz del cielo que lo declaró el Cordero
de Dios, Satanás se puso a trabajar. Sabía que tenía sólo cuarenta días y
noches para tratar de devorar a Jesús y detener Su ministerio (ver Mateo 4).
Tan pronto como Jesús declaró lo dicho por Pedro, una
roca de la fe, Satanás se acercó para zarandear al discípulo, llevándolo a la
incredulidad y a la traición (ver Lucas 22:21). Satanás sabía que tenía que
actuar rápidamente en la vida de Pedro, antes de que las palabras de Jesús
sobre el discípulo, llegaran a suceder, pero la tentación, ¡finalmente fracasó!
¡Yo sé de qué se trata este tipo de ataque infernal,
porque me sucedió a mí cuando Dios me hizo un llamado fresco al ministerio!
Después de pasar mucho tiempo en oración, sentí el llamado de Dios para
expandir mi ministerio, hablando con los pastores de todo el mundo. (Yo no iba
a dejar el ministerio de la Iglesia “Times Square” o el ministerio de estos
mensajes escritos. Yo sólo estaba añadiendo este aspecto ocasional del
ministerio, por la dirección del Espíritu Santo).
Yo estaba planeando
compartir en conferencias de pastores en Francia, Rumania, Polonia y los
Balcanes. Apenas incluí en mi agenda este viaje,
Satanás entró en acción. Hasta ese momento yo estaba en la cima de la salud,
pero repentinamente fui abatido físicamente. En cuestión de horas me sentí tan
débil que apenas podía caminar. Sentí, dolores internos agonizantes e intensos
y de pronto aparecieron manchas en mi estómago.
Un amigo médico me dijo que tenía herpes zóster, una
enfermedad que proviene de los residuos de la varicela infantil. El diablo
parecía estar riéndose, diciendo: "Así que estás tomando este nuevo
ministerio, ¿verdad? ¡No lo harás si yo puedo evitarlo!"
Sin embargo, pocas semanas después de mi viaje, todas las
llagas desaparecieron. El Señor me levantó y me dio nuevas fuerzas. ¡Todo era
un ataque del infierno! Siempre ha sido así a lo largo de mis años en el
ministerio. Cada nuevo paso en aceptar un llamado del Señor ha sido seguido por
ataques demoníacos.
DAVID WILKERSON - (Devocional Diario “ORACIONES”)