“¿Qué hombre habrá de
vosotros, que tenga una oveja, y si ésta cayere en un hoyo en día de reposo, no
le eche mano, y la levante?” (Mateo 12:11).
Jesús está diciendo: “No importa si tú has creado tu hoyo. Ni siquiera la ley
me detendrá de venir a sacarte de ahí.”
Cuando era adolescente, pasaba mis veranos ayudando en un
rancho en el este de Texas. El administrador del rancho, Jimmy, era un tipo
grande y fornido que tenía la vista limitada, pero que sabía hacer todo tipo de
cosas. Él me enseñó, por ejemplo, a cortar y transportar heno.
Un día estábamos sacando tierra de un hoyo de seis pies
de profundidad para un pozo. Durante un descanso para tomar agua, Jimmy calculó
mal donde estaba el hoyo y dio un paso hacia el. Mi boca estaba demasiado llena
de agua para advertirle, ¡y cayó dentro! Tenía miedo de que pudiera haberse
quebrado una extremidad por la profunda caída e instantáneamente fui corriendo
a ayudar. Pero cuando miré, Jimmy estaba saliendo indiferente del hoyo, como si
nada hubiese pasado.
Así era la vida de Jimmy. Era un tipo que enfrentaba
muchos hoyos a diario, pues no sólo estaba perdiendo la vista, sino también la
audición. Sin embargo, Jimmy salía de cada hoyo en el que caía y seguía
avanzando. Para mí, él es un ejemplo de fe para todos en el cuerpo de Cristo.
Todos tenemos hoyos en los que caemos, así es la vida, pero la Palabra de Dios
nos muestra que, como cristianos, debemos de enfrentar nuestros hoyos a través
de los ojos de la fe.
Tal vez estás atascado en un hoyo en estos momentos.
Podría ser una relación difícil, un hoyo financiero, una enfermedad, algo en lo
que has estado atrapado desde hace tiempo, y te preguntas si alguna vez serás
capaz de salir de ahí. Tu alguna vez cercanía con Cristo parece un sueño
lejano. Pero Dios tiene algo poderoso que decirte acerca de tu actual hoyo.
Una clase de hoyo es aquel que creamos por nosotros
mismos. Podemos volver a caer en una vieja costumbre pecado o un patrón de vida
poco saludable que nos mantiene yendo en círculos. Nos encontramos a la deriva,
perdidos, alejándonos cada vez más de la vida abundante que Dios ha provisto.
Pero no importa en qué tipo de hoyo nos encontramos. Nuestro misericordioso
Señor nos saca de cada uno de ellos.
GARY WILKERSON - (Devocional Diario
“ORACIONES”)