“Mas por él estáis
vosotros en Cristo Jesús, el cual nos ha sido hecho por Dios sabiduría,
justificación, santificación y redención; para que, como está escrito: El que
se gloría, gloríese en el Señor”. 1 Corintios 1:30-31
Es imposible para cualquiera de nosotros alcanzar
santidad a los ojos de Dios por nuestro propio esfuerzo o fuerza de voluntad.
Debemos llegar a Él, diciendo: “Señor, no tengo nada para darte. Tú tienes que
hacerlo todo”
Aun así seguimos convencidos: “Si tan sólo pudiera
conseguir la victoria sobre este último pecado que queda, sería capaz de ser
santo”. Así que empuñamos la espada de la fuerza de voluntad, las promesas y
las buenas intenciones y nos disponemos a matar al enemigo en nuestros
corazones. Pero nunca podremos ser santos mientras creamos firmemente en la
auto-justificación.
Tú y yo nos enfrentamos a la misma zarza ardiente que
Moisés. Y esa zarza es un tipo del celo ardiente de Dios contra todo lo carnal
que se trae ante su presencia disfrazado de santidad. Él nos dice: “No puedes
estar de pie delante de Mí sobre ese tipo de tierra carnal. Sólo hay una tierra
santa y es la fe en Mi Hijo y Su obra en la cruz”.
Esta es la única manera en que Dios podría haber salvado
y reconciliado a todo el mundo. Si nuestras obras merecieran nuestra salvación,
sólo un número selecto serían candidatos para la salvación, pero yo creo que
Cristo murió por todos.
Podemos contemplar el peor ladrón, violador, asesino,
drogadicto o alcohólico, personas que no tienen buenas obras en lo absoluto, y
testificar que: “A través del arrepentimiento y la fe, pueden presentarse como
justos en Cristo Jesús”.
Ese es el verdadero poder salvador de Dios. Sin embargo,
muchos cristianos viven como si sus obras fuesen suficientes. En el día del
juicio, ellos estarán de pie delante de Dios en su carne, diciendo: “Mira todo
lo que he hecho por ti, Señor. He trabajado para mantenerme limpio y santo. He
profetizado, alimenté a los pobres, sané a los enfermos, eché fuera demonios.
¡Y todo lo hice para complacerte!”
Pero Dios le contestará, “No hiciste ninguna de esas
cosas a través del poder de Mi Espíritu. Las hiciste todas con sus propias
fuerzas. Yo solamente acepto la justicia de un hombre: Mi Hijo. Y no veo a Mi
Hijo en ti.” “Mas por él estáis vosotros en Cristo Jesús, el cual nos ha sido
hecho por Dios sabiduría, justificación, santificación y redención; para que,
como está escrito: El que se gloría, gloríese en el Señor”. (1ra Corintios
1:30-31).
DAVID WILKERSON - (Devocional Diario “ORACIONES”)