De repente, somos afectadas por una sensación de
indignidad. Nos volvemos hacia nosotros mismos, pensando: "¡Lo hice otra
vez! Yo no he cambiado en absoluto. Nunca voy a ser como Cristo. Todavía
reacciono como un niño no como un cristiano maduro. ¿Por qué no he
cambiado?"
Amado, el diablo quiere que usted se mantenga preocupado
por sus defectos y su falta de crecimiento; él quiere que usted piense que la
carrera es imposible para que se desaliente y abandone.
Ciertamente a veces tropezaremos porque la carrera es
larga y va a continuar hasta que regrese nuestro Señor; pero siempre debemos
ponernos de pie y seguir avanzando.
La Palabra de Dios habla de los vencedores: "Porque todo aquello que es nacido de
Dios vence al mundo" (1 Juan 5:4). "El que venciere heredará
todas las cosas, y yo seré su Dios, y él será mi hijo" (Apocalipsis 21:7).
Vencer es "conquistar y sacar lo mejor de toda
tentación y obstáculo." ¿Qué es un obstáculo? Es cada reacción en la
carne, cada fracaso en ser como Cristo; cada
situación en la que perdemos el control de nuestro temperamento, cada amargura
o agitación.
David escribió: "Mi pecado está siempre delante de
mí" (Salmo 51:3) Este hombre fue expuesto ante el mundo entero como un
adúltero y un asesino, él también escribió: " Mi culpa me abruma, es una
carga demasiado pesada para soportar. . . Estoy abrumado, totalmente abatido
¡todo el tiempo ando afligido!"(Salmo 38:4-6).
El David que estuvo preocupado e inquieto por sus
fracasos, se arrepintió de todo corazón y por eso pudo decir: "Tú
cambiaste mi duelo en alegre danza; me quitaste la ropa de luto y me vestiste
de alegría," (Salmo 30:11).
La manera más rápida de deshacerse de "esa sensación
de indignidad" es confiar en el perdón de Cristo. Él está dispuesto a
perdonar en todo momento: "Porque tú, Señor, eres bueno y perdonador, Y
grande en misericordia para con todos los que te invocan" (Salmo 86:5).
DAVID WILKERSON - (Devocional Diario “ORACIONES”)