“Y el Espíritu es el que
da testimonio, porque el Espíritu es verdad” 1 Juan 5:6
Hay tiempos cuando el testimonio interior del Espíritu
Santo no me permite quedar callado. El Espíritu se levanta dentro de mí y tengo
que hablar.
El Espíritu Santo vive en nosotros para revelar lo que es
verdadero y lo que es falso. El habla con una voz quieta, suave, en lo profundo
del corazón. Muchos de nuestros antepasados creyeron en este funcionar del
Espíritu en los creyentes. Ellos predicaron mucho sobre “teniendo el
testimonio”. Pero yo no escucho que esta verdad siga siendo predicada. ¡En
realidad, el testimonio del Espíritu virtualmente nunca ha sido escuchado en la
mayoría de las iglesias de hoy día!
Los creyentes necesitan el testimonio del Espíritu como
nunca antes. ¡Y lo vamos a necesitar más y más a medida que el día del Señor se
acerca! Satanás ha venido descaradamente como un ángel de luz para engañar, si
fuere posible, aun a los escogidos. Sus seducciones malvadas se manifestarán:
falsas doctrinas, falsos maestros, falsos evangelios.
El testimonio interior del Espíritu opera bajo el
“principio de paz.” La paz de Dios es la cosa más grande que usted pueda tener.
¡Y cuando su paz sea perturbada, usted puede estar seguro que el Espíritu Santo
le está hablando! Cuando hay una inquietud en su espíritu –una sacudida y una
lucha en lo profundo de su ser– Dios le está diciendo que algo es falso. ¡Usted
sentirá la perturbación de Dios –su pena y su enojo–!
“Y la paz de Dios gobierne en vuestros corazones”
(Colosenses 3:15). ¡Cualquier pecado escondido,
sin arrepentimiento, le robará al creyente su preciosa paz! Su corazón será
rasgado por la culpa, la condenación y el miedo y el Espíritu sólo le dirá dos
palabras a esa persona: “¡Arrepiéntete! ¡Escapa!”
Sí, el Espíritu le hablará a usted para corregirlo; él
tratará con usted sobre el pecado, la rectitud y el juicio. ¡Pero cuando se
trata de darle dirección –esa voz pequeña que le dice qué hacer y hacia dónde
ir– él no actuará en una vasija impura!
Si usted persiste en el pecado –si usted no lo confiesa o
trata con el pecado– su corazón lo alimentará de un continuo chorro de
mentiras. Usted escuchará enseñanzas que le permitirán sentirse tranquilo con
su pecado. Usted pensará, “Mi problema no había sido tan malo. No me siento
culpable.” ¡Pero usted estará siendo guiado totalmente hacia el extravío!
Isaías habla de un pueblo que proclamaba desear el
verdadero consejo de Dios. Ellos decían: “¡Venga ya, apresúrese su obra, y
veamos; acérquese, y venga el consejo del Santo de Israel, para que lo
sepamos!” (Isaías 5:19).
¡Pero estas personas tenían engaño en su corazón y ellos
terminaron siendo pervertidos en toda su manera de ver las cosas! ¡El pecado
había pervertido su manera de pensar! Como resultado, ellos no eran capaces de
discernir lo malo. Y las cosas que eran santas y puras ellos las llamaban
impías. Isaías dijo acerca de ellos, “¡Ay de los que a lo malo dicen bueno, y a
lo bueno malo; que hacen de la luz tinieblas, y de las tinieblas luz; que ponen
lo amargo por dulce, y lo dulce por amargo! (Isaías 5:20).
DAVID WILKERSON - (Devocional Diario “ORACIONES”)