3 VERDADES CRÍTICAS ACERCA DE
NUESTRO DINERO
Por J.D. Greear
Zaqueo es un nombre
familiar para la mayoría de los cristianos, gracias al molestamente pegadizo
jingle de la Escuela Dominical. Lamentablemente, la mayoría de nosotros no sabe
mucho acerca de Zaqueo, excepto que era un pequeño hombrecito –o, en el lenguaje
moderno “verticalmente desafiado”– que supo trepar a los árboles. Pero la
historia de Zaqueo es una imagen increíble de generosidad motivada por el
evangelio. En Zaqueo, vemos a un hombre tacaño, fiscalmente corrupto
convertirse en una de las personas más generosas de toda la Biblia. Zaqueo nos
enseña tres verdades fundamentales acerca de nuestro dinero:
1. LOS PROBLEMAS DE DINERO POR LO GENERAL VIENEN POR LA IDOLATRÍA DEL DINERO. La idolatría describe la postura de nuestro corazón cuando se anhela, depende, y exige algo que no sea Dios. “Sin esto,” la idolatría, dice, “yo nunca podría ser feliz.”
Zaqueo adoraba el
dinero como lo más grande que la vida tenía que ofrecer, así que él estaba
dispuesto a robar, mentir, y herir a su propio pueblo porque él amaba el dinero
más que nada. Nadie vende su propio pueblo, naturalmente, porque Zaqueo que se
han convertido en el corrupto "jefe de publicanos" que era, el dinero
debe de haber tenido un apego tenaz en su corazón.
Es posible que no
idolatremos la riqueza como flagrantemente hizo Zaqueo, pero el amor al dinero,
todavía nos conduce a toda clase de mal. Para muchas personas, eso significa
hacer trampa en sus impuestos, o dar evasivas en sus tarjetas de tiempo. Esto
significa un gasto excesivo y un endeudamiento masivo de adquirir un nivel de
vida que tenemos que llegar a tener. Significa ser devorado por los celos al
ver a otras personas con algo que no pueden permitirse a sí mismos. Esto
significa negarse a ser generosos, diciéndole a Dios que su dominio no se
extiende sobre nuestras carteras.
Como señala la Chip
Ingram, una visión bíblica en cuanto al dinero es ser inteligente, sabio y
generoso. Inteligente –gastar con
cuidado–. Sabio –ahorrar con
regularidad–. Generoso -un dar
extravagante– [1]. O, como uno de nuestros miembros del personal dice:
“Administrar lo temporal con gratitud. Invertir en lo eterno con desenfreno.”
Pero un corazón que
adora el dinero nunca va a ver las cosas de esta manera. Esto nos lleva al
número dos:
2. SÓLO UNA EXPERIENCIA CON EL EVANGELIO CAMBIA LA ACTITUD DE NUESTRO CORAZÓN HACIA EL DINERO. Zaqueo no llegó a ser generoso porque Jesús se lo ordenó. (Lea Lucas 19:1-10. El único mandamiento que hay allí es “¡Baja de ese árbol!") No, él se hizo generoso porque él lo quiso. Zaqueo no se sentó a escuchar un sermón sobre la generosidad; se empapó en la gracia de Jesús, y eso hizo más de 10.000 sermones sobre la generosidad como jamás se podría.
Zaqueo merecía ser
rechazado, sin embargo, Jesús lo invitó a la calidez de la comunión, de
compartir una comida con él. Zaqueo se subió a un árbol porque era despreciado.
Pero Jesús había de morir, colgando de un árbol, maldecido y despreciado por
toda la humanidad. Jesús traspasó lugares con Zaqueo de manera que Zaqueo
obtuvo gozo, mientras que Jesús llevó el dolor. Todos debemos ver nuestra
historia en la historia de Zaqueo. Nos merecemos ser rechazados por Dios por
nuestros pecados, pero Dios nos invita a entrar en comunión con él. Jesús
ofrece tomar nuestro lugar en el madero, ofreciendo su gozo a cambio de nuestro
dolor.
Sólo un destello de
eso hizo de Zaqueo el hombre más generoso en el Nuevo Testamento. ¿Cuánto más
debemos ser, quien conoce la totalidad de la gracia de Jesús para con nosotros,
el cambio en la luz de la gracia? Zaqueo recibió las migajas, pero nosotros obtuvimos
todo el festín! La única forma en que nuestros corazones mezquinos, pequeñitos
temerosos cambiarán es mirando a la cruz. Y cuando eso sucede, empezaremos a
ser generosos –sin un solo mandamiento–.
3. LAS PERSONAS QUE PREGUNTAN, "¿CUÁNTO TENGO QUE DAR?" NO LO ENTIENDEN. A menudo me preguntan cuánto deben dar los cristianos. Algunos de los que preguntan esto buscan sabiduría, pero muchos están buscando una salida. Quieren saber cuánto es suficiente para llegar a Dios, para cumplir con su deber. Y esa actitud está a kilómetros de distancia del evangelio. Dar en el Evangelio es acerca del amor, no de la ley. No se trata de porcentajes, sino de una persona. Zaqueo lanza algunas cifras, pero no porque Jesús le dé el punto de referencia primero. Él lo hace por pura alegría, como una ofrenda de amor a Dios.
Una gran cantidad de
personas que preguntan: "¿Cuánto tengo que dar?" Sufren la ilusión de
que Dios necesita su dinero. En sus mentes, Dios es como el gobierno, que tiene
baja de fondos y busca constantemente una mayor financiación. Pero Dios no
necesita nuestro dinero. Es por eso que 2
Corintios 9:7 dice que Dios ama al dador alegre. Si Dios tuviera
necesidades, no le importaría porque diste; a él sólo le importaría que le
diste. Nunca he recibido una carta del IRS diciendo: “Sí, usted pagó el monto
mínimo legal, pero sentimos que no fue una gozosa dádiva. Estamos preocupados
acerca de sus motivos. "No, el IRS necesita dinero, por lo que esa es su
línea de fondo.
Pero (por suerte)
Dios no es como el IRS. Dios ama el dar
alegremente porque dar en el evangelio es principalmente acerca de adoración y
gozo, no en satisfacer necesidades. He oído decir que Dios mide nuestra
generosidad no por el tamaño de nuestros dones, sino por el tamaño de nuestro
sacrificio, porque el sacrificio expresa el afecto de nuestro corazón a Dios. Y
si nos vemos cada vez más mezquinos y temerosos, una vez más, la respuesta es
no esforzarse más. La respuesta es mirar hacia atrás en la cruz, donde Dios fue
espléndidamente generoso con nosotros. Porque la gente que realmente
experimenta el evangelio llega a ser como el evangelio –desbordante de gracia–.
Para aquellos de ustedes en la Cumbre, ahora es un buen momento para renovar su
compromiso integral.
Para más información
sobre Zaqueo, véase el capítulo 4 ("Transformado Sin un Mandamiento”) del
Evangelio: Recuperar el Poder que Hizo Revolucionario al Cristianismo.
--------------------------------------
[1] Chip Ingram, The Genius of Generosity, 15