Dios desea que nosotros estemos verdaderamente
convencidos de su tierno amor y tan persuadidos de que Él está obrando para
darnos lo mejor, que logremos caminar con Él en continuo gozo. Moisés le
advirtió a Israel, “Por cuanto no
serviste a Jehová, tu Dios, con alegría y con gozo de corazón, cuando tenías
abundancia de todas las cosas, servirás, por tanto, a tus enemigos que enviará
Jehová contra ti, con hambre, con sed y con desnudez, y con falta de todas las
cosas” (Deuteronomio 28:47-48).
Dios nos está diciendo hoy, ¡Alégrate y regocíjate en lo
que Yo he hecho por ti! Si andas murmurando y quejándote, serás un hambriento
espiritual, ¡una presa fácil para tus enemigos!” Dios quiere que confiemos en
su amor por nosotros, ¡en que seremos testimonios alegres! Él quiere
predicadores alegres de corazón, llenos de júbilo fundamentado en la verdad.
Su verdad produce una
riqueza de alegría que fluye naturalmente desde el corazón: “Servid a Jehová con alegría; venid ante su presencia con
regocijo.” (Salmo 100:2). “Sacó a su pueblo con gozo; con júbilo a sus
escogidos.” (Salmo 105:43). “Alegraos en Jehová y gozaos, justos; ¡cantad con
júbilo todos vosotros los rectos de corazón!” (Salmo 32:11). “Mas los justos se
alegrarán; se gozarán delante de Dios y saltarán de alegría.” (Salmo 68:3).
Usted puede preguntarse, “¿Por cuánto tiempo debo
mantener el gozo en mi servicio al Señor?” Muchos creen que éste permanece en
la medida en que las etapas de refrigerio vengan desde lo alto o mientras las
cosas marchen bien. No, ¡debemos regocijarnos en todo tiempo! Esto es lo que la
Biblia nos dice: “De mañana sácianos de tu misericordia, y cantaremos y nos
alegraremos todos nuestros días.” (Salmo 90:14).
“Mas os gozaréis y os alegraréis para siempre en las
cosas que yo he creado, porque he aquí que yo traigo a Jerusalén alegría y a su
pueblo gozo.” (Isaías 65:18). Nosotros somos “la Jerusalén” ¡nacidos de nuevo y
viviendo para Él con un espíritu de júbilo y regocijo! Confíe en el Padre, crea
en lo que dice su Palabra sobre Él, y vea su júbilo derramado en su vida.
DAVID WILKERSON - (Devocional Diario “ORACIONES”)