Hay victoria disponible para nosotros sobre todas estas
cosas que atribulan nuestras mentes. Se encuentra envuelta en un pacto que Dios
hizo hace años con Abraham y sus descendientes:
“Salvación de nuestros
enemigos, y de la mano de todos los que nos aborrecieron; para hacer
misericordia con nuestros padres, y acordarse de su santo pacto; del juramento
que hizo a Abraham nuestro padre, que nos había de conceder que, librados de
nuestros enemigos, sin temor le serviríamos en santidad y en justicia delante
de él, todos nuestros días.” (Lucas 1:71-75).
El juramento de Dios a Abraham y a sus hijos es claro
como el cristal: ¡Él nos librará de todos nuestros enemigos, para que podamos
vivir sin miedo - tranquilos y en reposo - todos los días de nuestras vidas!
Amados, este pacto se aplica a cada uno de nosotros que
vivimos hoy en día. Según Pablo, todos los que han recibido a Cristo como Señor
por la fe son “descendientes de Abraham.” “…No los que son hijos según la carne
son los hijos de Dios, sino que los que son hijos según la promesa son contados
como descendientes.”(Romanos 9:8). “Sabed, por tanto, que los que son de fe,
éstos son hijos de Abraham.” (Gálatas 3:7).
Entonces, ¿Cómo podemos reclamar la promesa de este
pacto? Abraham hizo una pregunta similar al Señor, cuando él no vio ningún
alivio para su dilema. Él preguntó: “¿Qué me darás, Señor, ya que yo no tengo
ningún hijo?” Esta fue la respuesta de Dios: “… Yo soy tu escudo, y tu galardón
será sobremanera grande” (Génesis 15:1).
El Señor le dijo:
“Abraham, Yo voy a darte a Mí mismo -y eso es todo-. Yo seré tu defensor y tu gran recompensa, porque Yo soy
el que soy. ¡Nunca necesitarás temer a otro enemigo mientras vivas, porque Yo
seré Dios para ti!”
El Señor nos da una promesa tan gloriosa como esta en su
nuevo pacto cuando dice: “Y seré a ellos por Dios, y ellos me serán a mí por
pueblo;” (Hebreos 8:10). De hecho, desde el mismo principio de la creación, a
través de toda la Escritura, oímos a Dios haciendo esta súplica a la humanidad:
“¡Yo quiero ser Dios para ti!”.
DAVID WILKERSON - (Devocional Diario “ORACIONES”)