¡Qué obra tan veloz! El Señor nos oye antes de que
llamemos; y con frecuencia responde con la misma prontitud. Previendo nuestras
necesidades, y nuestras oraciones, arregla la providencia de tal manera que
antes de que surja realmente la necesidad, Él la satisface, y antes de que la
tribulación asedie, Él nos arma contra ella. Esta es la prontitud de la
omnisciencia, y a menudo la hemos visto ejercitada. Antes de que soñáramos con
la aflicción que venía, ya había llegado la poderosa consolación que había de
sustentarnos a lo largo de ella. ¡Contamos con un Dios que responde las
oraciones! La segunda cláusula nos sugiere el teléfono. Aunque Dios esté en el
cielo y nosotros en la tierra, Él hace que nuestra palabra, al igual que Su
propia palabra, viaje muy velozmente. Cuando oramos correctamente, hablamos al
oído de Dios.
Nuestro agraciado Mediador presenta nuestras peticiones
de inmediato, y el grandioso Padre las oye y les sonríe. ¡Qué grandioso es
orar! ¿Quién no se entregaría de lleno a la oración, sabiendo que el Rey de
reyes le oye? Hoy voy a orar con fe, no solamente creyendo que seré oído, sino
que soy oído; no solamente sabiendo que Él me responderá, sino que ya tengo la
respuesta. ¡Santo Espíritu, ayúdame en esto!
CHARLES SPURGEON - (Devocional "MEDITACIÓN DE HOY")