“No sea hallado en ti... quien practique
adivinación, ni agorero, ni sortílego, ni hechicero, ni encantador, ni adivino,
ni mago, ni quien consulte a los muertos. Porque es abominación para con el
Señor cualquiera que hace estas cosas.” Deuteronomio 18:10-12
(Leer 2 Samuel 8 – Mateo 28 – Salmo
22:22-24 – Prov. 9:10-12)
La mayoría de
los periódicos y revistas poseen su página de astrología, y muchos lectores los
tienen como referentes para explicar su carácter, interpretar lo que les sucede
y tomar sus decisiones. Suerte, trabajo, amor perdido o encontrado, salud, sólo
se necesita leer en cada sección la predicción que corresponde a su signo
astrológico. Redactado de una manera hábilmente ambigua, tiende a orientar la
conducta del lector en la semana. El astrólogo que lo firma se vuelve un poco
su dueño, y se lucra explotando la credulidad del lector. Algunas personas,
pese a ser escépticas sobre la fiabilidad de estos horóscopos, los leen
regularmente como una distracción, sin creer demasiado. Pero, ¡cuidado, peligro! La Palabra de Dios nos alerta solemnemente
contra los videntes, médiums, y cualquier tipo de gurús, sea como juego o
por convicción (ver el versículo del día). Estas prácticas pueden realmente llegar
a poner en contacto con los demonios. Sin saberlo, muy a menudo los lectores se
ponen así bajo la influencia de fuerzas ocultas y nefastas.
No se deje
engañar. Sólo Dios es dueño del futuro, próximo o lejano. Crea en Aquel que
merece ser creído, quien nunca engaña. Él no nos revela todo sobre nuestro
futuro cercano, para que mantengamos activa nuestra confianza en él; sin
embargo, es muy claro respecto al futuro eterno de cada uno. Este futuro reposa
exclusivamente sobre una persona: Jesucristo, a quien tenemos que recibir como
Salvador durante el tiempo de nuestra vida en la tierra.
EDICIONES BÍBLICAS – (DEVOCIONAL “LA BUENA SEMILLA”)