“Y el Dios de
esperanza os llene de todo gozo y paz en el creer, para que abundéis en
esperanza…” Romanos 15:13 (Leer Rom. 15:4-13)
«¡No! ¡No! ¡NO!», grité. No sirvió. Ni un poquito. Mi
brillante solución para nuestro problema de taponamiento —descargar de nuevo el
inodoro— consiguió exactamente lo opuesto a lo que yo quería. En cuanto
presioné la palanca, supe que había cometido un error. Y me quedé parado sin
poder hacer nada mientras el agua se desbordaba.
¿Cuántas veces nuestros hijos han intentado verter leche
y la derramaron, en tanto que el líquido blanco corría por todas partes? O tal
vez no recordemos que una botella de gaseosa estuvo rodando por el baúl del
auto… y el resultado fue explosivo y alarmante.
Seguro, que se derramen cosas nunca es bueno. Pero puede
haber una excepción. El apóstol Pablo usa la imagen de abundar para describir a
personas tan llenas del Espíritu de Dios que, naturalmente, rebosan de
esperanza (Romanos 15:13). Me encanta la imagen de estar llenos hasta el tope de gozo, paz y fe debido a su poderosa presencia
en nuestras vidas. A tal punto, que no podemos evitar expresar una
confianza cautivadora en nuestro Padre celestial, ya sea en las etapas soleadas
y maravillosas de nuestra vida, así como cuando la copa proverbial de la
experiencia humana se agita. Sea como sea, lo que desborda, transmite una
esperanza vivificadora para los que «se empapan» con ella.
Señor, que mi vida desborde de esperanza.
El Padre nos da el Espíritu Santo para que seamos como el
Hijo.
(La Biblia en
un año: 1 Crónicas 4–6 — Juan 6:1-21)
ADAM HOLZ - (DEVOCIONAL
“NUESTRO PAN DIARIO")